El murmullo de indicaciones técnicas llenaron el Centro de Enseñanza y Certificación de Aptitudes Médicas de la Facultad de Medicina, donde estudiantes de primer ingreso vivieron su inmersión clínica inicial. “Botón derecho encendido, estetoscopios colocados: el primer foco de auscultación que escucharemos es el aórtico. Segundo espacio intercostal, línea paraesternal derecha”, instruyó una docente mientras las y los futuros profesionales de la salud ajustaban sus auriculares frente al simulador. Por su parte, la instructora Valeria Fernández, indicaba: “Rotarán cada 30 minutos por ruidos cardiacos, signos vitales con simuladores de alta fidelidad y práctica entre pares tomando presión arterial”.



En el módulo cardiaco, las y los alumnos buscaban el pulso en sus compañeros: “La razón por la cual no se usa el pulgar al momento de tomar signos es que éste puede causar que se confundan sus latidos con los del paciente, por eso siempre se usa el segundo y tercer dedo”, mencionó la instructora mientras ponía el ejemplo.
Mientras Ian Luna Figueroa palpaba el pulso poplíteo detrás de la rodilla del simulador, reflexionaba: “Estos simuladores nos permiten errar sin consecuencias. Son tan reales que casi olvidas que no es un paciente”. La teoría se volvía tangible cuando una instructora asociaba la arritmia con la fibrilación auricular: “Si los ruidos cardíacos suenan como tambores desincronizados, hay anomalías y debe estudiarse a profundidad. Lo normal es ritmo estable entre 60-100 latidos”.


En la estación de signos vitales, también estaban realizando sus primeras prácticas: “La presión sistólica es el primer ruido que aparece al desinflar”, explicaban mientras corregían posiciones de brazaletes. Valeria Sánchez Carrera, alumna de primer semestre, destacó: “Las doctoras explican con claridad y respeto. Esto ya parece un hospital”. La práctica entre pares se volvió un juego de roles clínico donde Mariano y Cristian, tras medirse mutuamente la presión, coincidían: “Es dinámico y divertido. ¡Por fin hacemos lo que soñamos!”.
Para Aranza Amaya y Ana Andreano, el valor residía en la anticipación: “Vemos el futuro de nuestra carrera”. Mientras los últimos grupos rotaban hacia los simuladores respiratorios: “12 a 20 respiraciones por minuto es lo normal; menos es bradipnea, más es taquipnea”.



Finalmente, las y los alumnos se retiraron de las prácticas con una nueva vivencia que los acercará más a lo que será su carrera y sus estudios en estos próximos años. Esta actividad fue coordinada por el Departamento de Integración de Ciencias Médicas como parte de las Semanas de Desarrollo de Herramientas para el Arranque Integral.
Miguel Garduño