Los estilos de vida actuales, incluidos el sedentarismo y una mala alimentación, contribuyen al desarrollo de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), las cuales pueden presentarse en todas las edades, son de larga duración y tienen una evolución generalmente lenta.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año 41 millones de personas en el mundo mueren por su causa (71 por ciento del total de decesos), siendo los principales los eventos cardiovasculares (17.9 millones), el cáncer (9 millones), las enfermedades respiratorias (3.9 millones) y la diabetes (1.6 millones).

Ante este panorama, la doctora Lilia Castillo Martínez, adscrita al Servicio de Nutriología Clínica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, advierte que se debe poner especial atención en la dieta, pues hay alimentos que pueden ser factor para el desarrollo de alguna de ellas.

Estudios realizados en Estados Unidos señalan una incidencia importante en la enfermedad cardiovascular o la hipertensión por el consumo mayor a dos gramos de sodio por día. Lo mismo pasa si se comen menos de 20 gramos de nueces o semillas. “Al trabajar con pacientes con artritis, encontramos que las semillas de girasol, los cacahuates y las pepitas disminuyen la inflamación. No sólo son buenas por el omega 3, sino poseen otras propiedades y tienen más fibra. Deberíamos de considerar un mayor consumo de ellas”, indicó la experta.


“Es importante también evitar las carnes procesadas, los embutidos y las bebidas azucaradas; en su lugar se deben aumentar los alimentos de origen marino, los vegetales y las frutas que sean del agrado de las personas, así como incrementar la cantidad de cereales enteros como tortilla y avena, descartando por completo aquellos de marcas, pues son altamente procesados”, resaltó durante su participación en el Seminario Permanente La epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles en México.

Los ácidos palmítico y esteárico son las principales grasas saturadas en la alimentación humana, y representan entre el 5 y el 20 por ciento de los ácidos grasos circulantes. “Son importantes porque aumentan las concentraciones de colesterol de alta y baja densidad a diferencia de los ácidos grasos trans, pero si bajamos más del 10 por ciento de las grasas saturadas, hay mayor mortalidad por esta causa que por enfermedades cardiovasculares; por ello, no se recomienda quitarlas por completo”.

Al aclarar que no es necesario quitar todas las grasas, sino sustituir los tipos, la doctora Castillo Martínez mencionó que el ácido butírico es una importante fuente de energía del epitelio e induce el crecimiento de la mucosa y modula la respuesta inmune de la inflamación; en tanto, el 2 por ciento de consumo de grasa trans se relaciona con un aumento de 23 por ciento en el riesgo cardiovascular.

Finalmente, explicó que las bebidas light se asocian a largo plazo a un aumento en el índice de grasa corporal.

Lili Wences