Para reconocer su trayectoria como anatomista y lo que la Anatomía le debe a sus disecciones y representación en sus dibujos, la Facultad de Medicina organizó el simposio Leonardo Da Vinci: entre el arte y la Anatomía, a 500 años de su muerte (1519-2019).

La importancia de la disección anatómica en su obra

El doctor Manuel Ángeles Castellanos, jefe del Departamento de Anatomía y organizador del evento, resaltó que el autor de La Gioconda es considerado una de las más geniales figuras que ha tenido la humanidad, quien siempre mostró gran interés por el conocimiento anatómico para tener una mejor proyección de la figura humana y su movimiento.

“En 1489, tuvo la oportunidad de conseguir cráneos humanos, hizo disecciones para investigar su estructura y fue el primero en demostrar que los huesos de éstos eran neumáticos y tenían espacios, así como el pionero en explicar el quiasma óptico”, indicó.

Da Vinci también diseccionó un cadáver de un anciano de 100 años, disecó su corazón y propuso que murió de un problema en las arterias sin pensar que lo que refería era ateroesclerosis; también hizo la descripción del hígado, que estaba cirrótico, “es uno de los primeros hallazgos científicos asociados a la Medicina a través de la autopsia y  la disección”.

Entre 1509 y 1513, recordó el doctor Ángeles Castellanos, junto a su amigo Marcantonio della Torre, anatomista de la Universidad de Padua, realizó la disección de 30 cadáveres, centrándose en el sistema músculo esquelético, haciendo una descripción detallada de los tendones y las articulaciones; además, fue el primero en describir la columna vertebral completa con las curvaturas normales.

Las proporciones divinas

En el auditorio “Dr. Fernando Ocaranza”, la doctora Laura Andrade Delgado, jefa de la División de Cirugía Plástica y Reconstructiva del Hospital General “Dr. Manuel Gea González”, mencionó que durante el Renacimiento, Vitruvio fue un arquitecto que marcó el canon de belleza relacionado con las proporciones divinas. “Leonardo utilizó todo lo que él había escrito e hizo su Hombre de Vitruvio, pero le agregó nuevas proporciones”, señaló.

También describió de manera exacta las proporciones divinas de la cara, pero a su modo, cuyas mediciones son la base de la cefalometría, a través de la cual se toma una radiografía para ver puntos óseos y tejidos blandos; ésta tiene aplicación médica para la evaluación de las vías aéreas superiores y para hacer seguimiento de la maduración fetal por obstetricia: “Pareciera que Leonardo ya conocía esta técnica, pues esas zonas se ven perfectas en sus dibujos. También encontraba los defectos óseos y los dibujaba”, mencionó.

Hoy en día, “en la atención de las malformaciones craneofaciales, por ejemplo la hipertensión endocraneana, fractura, craneosinostosis o síndrome de pfeiffer, utilizamos muchas mediciones que están basadas en los dibujos de Leonardo. También tenemos la oportunidad de imprimir nuestros cráneos y hacer el planeamiento de la cirugía en los cráneos impresos”, explicó la especialista.

La obra de Leonardo: su trascendencia real en el marco de la revolución científica del siglo XVI

El doctor Ruy Echavarría Rodríguez, coordinador de Enseñanza del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina, resaltó que “Leonardo fue un personaje de clarísima inteligencia con capacidad de entender y de integrar múltiples ramas del saber, dotado de una imaginación asombrosa y una creatividad infinita, pero de igual forma incapaz de persistir en una empresa sin la menor idea de lo que significa perseverancia. Contrario a lo que se afirma con frecuencia, no fue de una inteligencia precoz: sus primeras obras de arte las realizó pasados los 20 años y sus estudios en los campos de la ciencia y la técnica los hizo en su madurez, ya cerca de los 50 años”.

Consideró que “sí fue un pintor grandioso, un innovador en el campo de la perspectiva y el retrato, un revolucionario de la técnica pictórica con su invención del esfumato; forma junto con su archi rival Miguel Ángel y su admirador Rafael, la cima de la pintura renacentista clásica, con la diferencia de que las obras maestras de los otros dos las encontramos por doquier y las de Da Vinci no suman las certificadas más de 15.

Por otra parte, sus ensayos de nuevas técnicas llevaron al deterioro grave de algunas de ellas y a una destrucción total de otras, ejemplos: La última cena y La batalla de Anghiari, que la primera ha sido tantas veces restaurada que ya no sabemos si la pintó Leonardo y de la segunda no quedaría rastro si no fuera gracias a Rubens”.

Asimismo, el doctor Echavarría Rodríguez destacó que “la obra de Leonardo como anatomista, pese a no ser médico, pudo ser inmensa, pero no lo fue. Pero sí fue, en efecto, uno de los más grandes hombres del Renacimiento, no es poco decir, y quiero parafrasear a José Babini, al afirmar que fue un artista maravilloso que en forma marginal se ocupó de la ciencia y de la técnica, pero él mismo no lo comprendió, él siempre quiso ser un científico”.

Da Vinci, del sujeto que hace a la sociedad que crea

Durante su intervención, el doctor Juan Manuel Marentes Cruz, académico de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, explicó que el arte se considera así, porque “hay un proceso de socialización de conjunto que es lo que debería comprender el creador de arte; porque puede ser el mejor, pero si hay quien no le deja hacerlo, no es nada, sólo tiene la capacidad, pero alguien no le va a permitir hacerlo, primero porque hay conveniencias de todo tipo; en ese sentido, tendríamos que pensar en formar sujetos desde el arte que aprendan que lo que hacemos es para otra persona, alguien tiene que avalarlo y consumirlo”.

Por ello, consideró que “la gran ventaja del Renacimiento es que tenían que pasar por el filtro del mecenas y si lo aceptaba se convertían en obras, simplemente porque éste tenía necesidad de atesorarlo; en nuestra actualidad nuestras obras se pueden tirar sin problema, a nadie le importa, pueden desaparecer de un tiempo a otro”.

Lili Wences