Las mujeres han recorrido un largo camino a través de la historia luchando por la igualdad y acceso a oportunidades que antes eran exclusivas del sexo masculino. Hasta el siglo XIX logró graduarse la primera mujer en Medicina en México, Matilde Montoya, cuyo ingreso a la carrera se hizo bajo condiciones de asimetría, y que en algunos aspectos se perpetúan en la actualidad.

“Las alumnas de Medicina sufren más discriminación, acoso y falta de estímulos, donde las condiciones y obstáculos económicos, familiares y de género son factores que influyen en la formación de investigadoras”, consideró la doctora Elsa Guevara Ruiseñor, profesora de Psicología en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM.

Durante su conferencia Perspectivas del estudiantado de Medicina ante la carrera científica, resaltó que existe un mal que aqueja el quehacer médico: “Desde que se inicia la formación profesional instalan la legitimación de jerarquías, promoviendo relaciones de dominio como una forma natural de convivencia”.

Diversas investigaciones documentan el maltrato y presión que padecen estos estudiantes y las agotadoras jornadas que deben cubrir, contribuyendo a consolidar el autoritarismo y desigualdad de género, que no sólo afectarán a los mismos profesionales de la salud sino consecuentemente a los pacientes, advirtió en el marco del Seminario Permanente de Género y Salud, organizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina.

La también miembro de la Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género realizó investigaciones para detectar cuáles habían sido los elementos que contribuían en la toma de decisiones para hacer una carrera científica.

Mediante encuestas al alumnado descubrió, además de los factores mencionados, el papel de las académicas: “A pesar de que en la carrera de Medicina es donde menos se está pensando dedicarse a la investigación porque la mayoría de las veces se dirige hacia la especialización clínica, las investigadoras lograron generar interés en sus estudiantes hacia la carrera científica”, apuntó.

Las características comunes de estas profesoras fueron resumidas en dos términos: affidamento, como transmisión del conocimiento de las mujeres veteranas que transmiten sus saberes hacia las más jóvenes, para potenciar sus habilidades y hacer un frente común a las dificultades que como mujeres se presentan; y sororidad, refiriéndose al pacto entre
mujeres en mismas condiciones etarias o sociales que son consideradas como iguales para luchar juntas contra la exclusión.

“Cuando se habla de género no se expone sólo la condición de ser mujer o der ser hombre, sino también de las relaciones que se dan entre los mismos y entre ellas”, explicó la doctora Guevara Ruiseñor.

“Hay que seguir trabajando, al día de hoy ha aumentado el número de mujeres en las universidades, sin embargo aún es escasa su presencia en la investigación, representando sólo el 30 por ciento del total en todas las áreas. Si queremos incrementar su presencia en la ciencia es necesario combatir los regímenes de género presentes en las escuelas de Medicina. Es una medida de justicia social”, concluyó.

Mariluz Morales