Emiliano Zapata, a 100 años de su muerte

La celebración del Día de Muertos es una característica tan propia de los mexicanos que sería imposible describir nuestra idiosincrasia sin referirnos en algún momento a ésta y a todos los colores que la envuelven. De generación en generación, hemos practicado esta fiesta llena de vida, y la UNAM no es ajena a ello, por eso, cada año convoca a sus entidades académicas y escuelas incorporadas a seguir esta tradición eligiendo un personaje o tema para realizar ofrendas alusivas.

En la vigésimo segunda edición del Festival Universitario de Día de Muertos, Megaofrenda UNAM, coordinado por la Dirección General de Atención a la Comunidad (DGACO), se eligió a Emiliano Zapata, quien se ha convertido a lo largo de la historia en un ícono de los movimientos campesinos y sociales del país.

Del 1 al 3 de noviembre, 43 escuelas participantes llenaron de color, flores, papel china y una variedad de materiales las plazas “23 de Mayo” y “Santo Domingo”, ubicadas frente al Palacio de la Escuela de Medicina y la Secretaría de Educación Pública, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Desde unas cuadras antes, en la calle República de Brasil, se sintió el ambiente de fiesta y se podía oler la flor de cempoalxóchitl en el aire. Las esculturas de diferentes tamaños, colores y figuras mostraron la creatividad de sus autores, quienes además utilizaron materiales reciclables y no contaminantes.

Al fondo, de un escenario salían estrofas con música contemporánea, que las bandas El Monstruo son los otros, Calaveras de Azúcar y Cucalambé dedicaban para hacer bailar a los muertos y a uno que otro vivo en el evento.

A su lado, los talleres de grabado, en donde los asistentes tallaron figuras alegóricas a la festividad, en un pedazo de madera, para después llenarla de pintura, impregnarla en una tela y crear arte divirtiéndose.

Al caer la noche, las plazas se pintaron de naranja con las veladoras, las flores de cempoalxóchitl, los flashes de las cámaras y los adornos en ese color.

Reconocimiento al trabajo en equipo

Como fundadora de este evento, la Facultad de Medicina no podía faltar, y en esta ocasión, creó una ofrenda que obtuvo mención honorifica en el concurso organizado por la DGACO, la cual fue hecha a partir de materiales reciclables donados por sus alumnos, académicos y trabajadores, quienes también prestaron sus manos, energía, entrega y corazón para su realización durante casi un mes.

La parte frontal fue un homenaje a la lucha del Caudillo del Sur, quien aparece sobre un pedestal que hace referencia a su primera tumba, liderando un ejército de guerrilleros y adelitas, frente a un paisaje inspirado en las montañas de Morelos, su tierra natal, haciendo alusión a su famosa frase “Tierra y Libertad”.

Los elementos fueron realizados mediante un minucioso trabajo de cartonería y papel maché que requirió más de 20 kilos de papel periódico y 23 litros de engrudo, forrado con más de 6 mil 270 pedazos de discos compactos, cortados y pegados uno a uno.

Todo esto enmarcado en una corona de olivos, retomada de su mausoleo en Tlaltizapán, que fuera la tumba que el propio caudillo suriano construyó en vida, para ser sepultado ahí, junto con sus más allegados compañeros de lucha, que además del trabajo de cartonería, fue forrada con formas hechas de botellas de PET y que aludían al plumaje del Águila, emblema nacional.

Eric Ramírez