En 2003, había 194 millones de personas con diabetes a nivel mundial y se estimó que en 2025 serían 333 millones, sin embargo, en 2016, la Organización Mundial de la Salud reportó 422 millones de afectados con diabetes, 89 millones más pero 9 años antes de lo calculado. Además, entre el 80 y 90 por ciento de enfermos con diabetes padecen adiposidad (sobrepeso/obesidad) enfermedad crónica que representa el principal factor de riesgo para desarrollar diabetes.

Algo más alarmante es que la diabetes propia del adulto (tipo 2) aumentó de 2 por ciento hasta entre 8 y 45 por ciento en niños y el estudio TODAY (el multicéntrico más grande que hay en niños y adolescentes con diabetes tipo 2) mostró que el 50 por ciento de ellos necesitará insulina a tan sólo 2 años del diagnóstico al tener una menor función de la célula beta, lo cual se asocia a madres con diabetes en el embarazo o posterior a éste; además, cuando una adulta se embaraza con diabetes, existe un 10 por ciento de riesgo de tener hijos con malformaciones y en las adolescentes el riesgo se duplica.

“Por ello, urge prevenir adiposidad y diabetes desde el embarazo y la niñez para que no se cumpla el pronóstico de vidas más cortas en los niños que en sus padres”, advirtió la doctora Ana Lilia Rodríguez Ventura, académica del Departamento de Embriología y Genética de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Actualmente en México, el 75 por ciento de los adultos y el 35 porciento de los niños padecen adiposidad. Las complicaciones por adiposidad son diversas: a nivel respiratorio se observa asma severo y apnea obstructiva del sueño; síndrome de poliquistosis ovárica (alteraciones menstruales, acné, vello excesivo), pubertad precoz, resistencia a la insulina, estados prediabéticos como glucosa anormal en el ayuno e intolerancia a la glucosa o diabetes tipo 2; deficiencias de vitamina D (osteopenia u osteoporosis) y hierro (anemia). También se observan alteraciones ortopédicas, daño renal, eventos vasculares cerebrales, infartos y cáncer. Se debe tener en cuenta que todas estas enfermedades reducen la calidad de vida e implican un alto costo económico individual, familiar y social. 

“Las causas de estas dos enfermedades son muy complejas, pero las podemos resumir en factores genéticos, epigenéticos y perinatales; psicosociales, conductuales y económicos: adiposidad y ganancia excesiva de peso en la mujer embarazada, nacer por cesárea o no recibir leche materna, predispone a presentarlas desde edades temprana, así como la depresión, ansiedad y baja resiliencia. Un factor cultural importante es no reconocer que el exceso de peso es una enfermedad crónica e incluso se ve como buena salud en los niños; tener malos hábitos que se asocian al exceso de trabajo y la pobreza también contribuyen. El Instituto de Economía de la UNAM publicó en el 2017 que una persona necesitaba trabajar 24 horas 31 minutos tan sólo para cubrir la canasta básica”, explicó la doctora Rodríguez Ventura durante su charla transmitida por Facebook Live de la Facultad.

Ambas enfermedades se pueden prevenir o controlar de forma adecuada a través de un estilo de vida saludable (EVS). El Programa de Prevención en Diabetes y múltiples estudios similares han demostrado que es más efectivo seguir un EVS que el mejor de los medicamentos disponible; en más de 3 mil adultos con intolerancia a la glucosa (un estado prediabético) se compararon 3 tipos de tratamiento: metformina, EVS y placebo; a 4 años de seguimiento, el grupo que recibió metformina pudo evitar diabetes en un 31 por ciento contra 58 por ciento que la evitó con un EVS, el cual implica 3 aspectos fundamentales: alimentación nutritiva, equilibrada y balanceada; buenos hábitos, como ejercicio, respetar horarios de comidas y de sueño, así como una actitud positiva basada en alta autoestima y fuerza de voluntad ante un ambiente obesogénico.

“Los invito a ser optimistas y que aunque el ritmo de vida sea acelerado, logremos mejorar nuestros hábitos: comer alimentos saludables y dejar la mayor parte de lo procesado, desayunar en las primeras dos horas que despertamos para que no se acumule grasa, tardar entre 20 y 30 minutos al comer para que el cerebro se dé cuenta de su saciedad, comer fuera de casa máximo tres veces por mes para evitar la exposición a comidas hipercalóricas y procesadas, tomar dos litros de agua diario para no confundir sed con saciedad y eliminar toxinas, ver TV máximo dos horas para no exponernos al bombardeo publicitario y al estrés ante noticias negativas, dormir bien para reparar los órganos y disminuir la ansiedad para no generar hormonas contrarreguladoras de la acción de la insulina como cortisol y adrenalina, lo cual se puede lograr mediante yoga o ejercicio 5 horas a la semana los niños y 2.5 horas los adultos, o al menos cumplir todos de 10 mil a 15 mil pasos por día. Además, tener presente que, si estamos bien de manera individual, vamos a poder ayudar a los demás”, recomendó la especialista.

Cabe señalar que la doctora Rodríguez Ventura implementó, desde 2013, un programa educativo integral “Sacbe” (camino blanco en Maya), basado en un EVS en familias de niños con adiposidad y los resultados son alentadores al lograr que más del 70 por ciento de los niños disminuye su adiposidad y que la glucosa anormal en ayuno (estado prediabético) baja de 29 a 9 por ciento a 3 meses de seguimiento; también se ha observado, entre otros hallazgos, que el principal hábito para disminuir adiposidad fue comer menos de una vez por semana fuera de casa, lo cual se asocia a una menor exposición a comidas hipercalóricas con exceso de azúcares y grasas.

Su investigación continúa en todo niño con adiposidad que desee participar en familia o por lo menos con alguno de sus padres, gracias al financiamiento recibido del CONACYT a través del proyecto número 6708, por lo que es totalmente gratuito este programa. Interesados contactar por whats al teléfono 55-2888-1049 o correo a sacbenutricion@gmail.com.

Diana Karen Puebla