La COVID-19 trajo consigo una pandemia y un sin fin de preguntas para los especialistas de la salud y científicos. A más de medio año de los primeros brotes en la ciudad de Wuhan, China, se ha descubierto la asociación entre el manejo de los recursos naturales y la propagación de contagio.

Primero, está la relación entre la tasa de mortalidad de la enfermedad y la exposición de los enfermos a contaminantes atmosféricos como PM10, PM2.5 y NO2, ya sea de manera aguda, cuando los niveles de contaminación son demasiado altos, y crónica, el nivel cotidiano, expuso la doctora Ana Rosa Moreno Sánchez, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, en su conferencia “Determinantes ambientales de las epidemias”, como parte del Seminario Permanente de Salud Pública, transmitido a través de Facebook Live de la Facultad.

“La grave crisis sanitaria de la COVID-19 ha mostrado lo que constituye la amenaza global bajo la forma de pandemia y su correlación con la presión humana sobre el planeta, alterando los hábitats y los equilibrios naturales, causando enfermedades zoológicas en humanos. La crisis mundial no es sólo de salud, es un evento para reflexionar sobre la vida misma”, consideró la doctora Moreno Sánchez.

Una de las formas de prever y combatir futuras enfermedades de esta magnitud es a través de fortalecer los laboratorios existentes, así como tener un sistema de vigilancia de enfermedades centralizado y económicamente rentable.

Cabe recordar que años atrás científicos hablaron del coronavirus y sus posibles mutaciones, pero fueron ignorados, lo cual es una muestra de la importancia de cerrar la brecha entre la investigación y las respuestas de los gobiernos, a nivel internacional, para anticipar y mitigar futuros brotes de otros virus.

 “La pandemia de la COVID-19 puede proporcionar un ímpetu poderoso para que ecólogos, epidemiólogos, sociólogos e investigadores biomédicos desarrollen una ciencia de invasión expandida, que haga contribuciones más amplias a la bioseguridad global al considerar la filosofía de ‘Una Salud’. Esto nos daría resultados óptimos de salud pública mediante monitoreo y gestión de interacciones entre humanos, animales y su entorno”. Dra. Ana Rosa Moreno Sánchez

También, resulta importante crear convenciones internacionales sobre detección de patógenos asociados con animales, productos animales o sus movimientos, y la capacidad para diagnosticar enfermedades infecciosas emergentes, indicó la especialista.

Para englobar la conexión entre esta crisis sanitaria y la importancia de cuidar el hábitat donde vivimos, la doctora Moreno Sánchez utilizó el concepto “Una Salud”, que se refiere a la correlación e interdependencia de la salud del medio ambiente, de los animales y de los humanos, dado que están interrelacionadas y son interdependientes. Al tomar en cuenta estos conceptos, será posible tener mejores respuestas ante cualquier amenaza.

“Existe una necesidad de educar, actualizar y concientizar a profesionales médicos, académicos, tomadores de decisiones, sector educativo público y privado, comunicadores y ciudadanía, sobre la manera en que ambiente y salud se encuentran estrechamente interconectados, incluyendo la formación de recursos humanos con una visión integral para trabajar de forma interdisciplinaria en el análisis y propuestas de políticas públicas”, concluyó la doctora Moreno Sánchez.

Eric Ramírez