Emilio Martuscelli Fuentes*

Hola! Mi nombre es Cerebrito. Desde que tengo memoria, he vivido dentro de un traje como el de Buzz Lightyear. Esta armadura me permite sobrevivir al mundo que me rodea. El ambiente de allá afuera es brusco y no tiene piedad. Estoy seguro que sin mi súper traje no sobreviviría ni un minuto. Por eso tengo que cuidarlo muchísisisimo, cosa que no hice muy bien el otro día… si te cuento, ¿prometes no decir nada? En especial a Cerebrota, mi madre. Se pondría intensa y no me dará paracetamol, uno de mis dulces preferidos. ¿Está bien? ¡Va!

Sucedió hace tres días si no mal recuerdo. Tenía tantas ganas de jugar «basket» que olvidé la regla más importante: ¡nunca salgas de casa sin gasolinar el traje! Esta gasolina transparente es una de las cosas que le confiere poder a mi traje. Cuando se lo pongo, mi jugo de tomate se diluye y sabe delicioso; eso es lo que me permite seguir funcionando. En fin, como ya te conté, olvidé gasolinar mi traje y a medio partido comencé a sufrir las consecuencias. Tuve que hacer miles de cosas para evitar que esto empeorara, y ¿sabes?, no es un trabajo fácil.

Como mi súper traje sabe que debo mantenerme a 37 grados, comenzó a ventilarme automáticamente por medio de la sudoración. Pero estaba tan metido en mi partido, que no me di cuenta de que mi preciosa brillantina se estaba saliendo por la ventilación. Mi mamá le dice «sales de sodio» pero yo prefiero llamarle brillantina. Al poco tiempo me di cuenta que a mi traje le pasaba algo raro en su pierna derecha. Se movía extraño, y recordé que mi madre me contó una vez que se trataba de calambres. Ella dijo que era normal y que le daban cada vez que corría, así que yo también decidí no darle tanta importancia e ignorarlos.

No pasó más de un minuto y mis focos osmorreceptóricos se encendieron como luces de árbol de navidad. Hacían «weeeooo, weeoooo, weooo» y la verdad eso me asustó mucho. Recordé mi entrenamiento en pañales y supe que debía bajar la palanca de la hormona antidiurética. No me preguntes qué hace esta cosa exactamente… sólo sé que saca una sustancia que viaja a algo llamado riñón y hace que la preciosa gasolina no salga tan rápido. Mi mamá me dijo que eso sólo era de emergencia y que si lo dejaba pasar mucho tiempo, a mi traje le daría algo llamado oliguria. ¡Pero caramba! El partido estaba buenísimo y no le hice caso. También se prendió un foquito que decía «sed» pero no parecía tan importante, jajaja. Recuerda que te dije que no le contaras, ¿eh?

¡A la mitad del partido iba ganando! Pero cuando tomé un sorbito de mi jugo de tomate, noté que estaba muy, muy espeso. No sabía nada bien. Traté de apretar mis popotes lejanos (mi mami le dice vasos) para hacer “vasoconstricción”. Ayudó un poco pero no por mucho tiempo… Se me olvidó decirte que también bajé otra palanca con un nombre rarísimo: “renini angiotensini aldosterini”. Cerebrota me había dicho que ayudaba a que mi brillantina Sodio y mi gasolina no se salieran tan rápido. También me dijo que aumentaba el volumen de mi jugo de tomate y algo llamado “presión” en mis popotes.

Yo sé que hice todo… todo menos escuchar a mi mamá. Ignoré la regla más importante: ¡nunca salgas sin gasolinar el traje! No pasaron más de cinco minutos después del break y mi traje se desplomó. No funcionaba nadaaaaa y como yo no tenía mi jugo de tomate, pues me fui a dormir automáticamente. Tuve una breve pérdida de conciencia, pero después de eso otra vez mi traje siguió funcionando… me sentía mal. Mis amigos me llevaron a casa y, afortunadamente, Cerebrota no estaba ahí. Estuvo muy cerca, pero aprendí mi lección. ¡Gracias por escucharme amigo! Ahora sabes lo importante que es gasolinar el traje.

¡No te vaya a pasar lo mismo que a mí! Porque podrías desmayarte, o peor, quedarte sin el delicioso paracetamol.

*Alumno de la Licenciatura de Médico Cirujano