Las desigualdades entre hombres y mujeres repercuten profundamente sobre el ejercicio del derecho a la salud en el trabajo, con especial impacto en el sector informal, afirmó la doctora Gerry Eijkemans, representante de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud en México.

En la conferencia “Salud en el trabajo desde una perspectiva de género”, indicó que la participación de la fuerza de trabajo femenina está estancada, incluso ha descendido de 57 por ciento en 1990 al 55 por ciento en 2012. Además, las mujeres ganan en promedio entre el 10 y el 30 por ciento menos que los hombres en puestos similares, tienen sólo la mitad de los trabajos remunerados de tiempo completo que los varones, y pasan al menos el doble de su tiempo que ellos en el trabajo doméstico no remunerado.

Por ello, afirmó que se requiere colocar los temas de igualdad de género en el centro de las decisiones políticas, planes, presupuestos, estructuras y procesos institucionales, así como impulsar programas de salud ocupacional con perspectiva de género.

“Las buenas condiciones de trabajo pueden proporcionar protección y posición social, oportunidades de desarrollo personal y protección contra los riesgos físicos y psicosociales; también pueden mejorar las relaciones laborales y la autoestima, así como producir efectos positivos para la salud mental y física”, concluyó la ponente en el Seminario Permanente de Género y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Lili Wences