El docente es la bisagra del sistema educativo al ser el contacto y mediador entre el estudiante y la institución, es quien dirige los procesos en los sitios de enseñanza y en las interacciones interpersonales desencadenadas de su práctica, por lo que su evaluación es parte fundamental para la formación del aprendiz y del tutor.
Liz Hamui Sutton, Armando Ortiz Montalvo y Florina Gatica Lara, autores del libro Evaluación de las competencias docentes en las ciencias de la salud, hacen, precisamente, una recopilación y análisis sobre las experiencias de los procesos de evaluación en distintos espacios académicos.
“Se debe formar y evaluar continuamente a los profesores; si el objetivo es seguir teniendo a los mejores alumnos en pregrado y posgrado, se requiere no sólo una selección importante en la contratación sino también en su permanencia”, señaló el doctor Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina, durante la presentación de la obra en el auditorio “Doctor Fernando Ocaranza”, el pasado 25 de abril.
En su oportunidad, el doctor Alberto Lifshitz Guinzberg, secretario de Enseñanza Clínica, Internado Médico y Servicio Social de esta entidad académica, comentó sobre los desafíos de la evaluación en el área de la clínica, ya que ésta no debe estar limitada al aula de clases. Reconoció que cualquier instrumento ofrece sólo información parcial que no suele ser suficiente para hacer juicios completos, por lo que se recomienda, siempre que sea posible, usar varias dimensiones para evitar valoraciones deficientes.
“La publicación de este libro implica una preocupación que muchas veces no se encuentra en los primeros planos de prioridad y que contribuye a un conocimiento social”, mencionó el doctor Mario Rueda Beltrán, del IISUE de la UNAM.
Por su parte, el doctor David Servín Hernández, de la Escuela de Medicina de la Universidad Panamericana, enfatizó que la evaluación y la formación docente se conjuntan para formar un sistema complejo que se explica mediante relaciones dinámicas e interconectadas, como las que ocurren entre profesores y estudiantes, los diferentes escenarios de aprendizaje, programas de estudios y supervisión académica, que hacen emerger una práctica para construir un mejor camino de manera armoniosa y continua.
Al respecto, la doctora Hamui Sutton, también secretaria de Educación Médica de la Facultad, resaltó que “la evaluación docente permite valorar el desempeño de las competencias de los profesores en las interacciones que establecen con los estudiantes, pares e instancias académico-administrativas”.
La calidad educativa, sin duda, depende del desempeño de los docentes, afirmación que los autores ponen de manifiesto en su libro, el cual se divide en tres partes: en la primera se presentan los modelos de evaluación existentes, en la segunda se explican las técnicas e instrumentos diseñados para la evaluación docente por opinión de los estudiantes, y en la tercera se exponen estrategias y experiencias de diversas universidades en ciencias de la salud con respecto a la valoración del profesorado.
El uso de la evaluación docente constituye un recurso valioso para dar seguimiento al proceso de enseñanza aprendizaje y, con ello, tomar acciones para aumentar la calidad educativa.
Mariluz Morales