La Organización Mundial de la Salud (OMS) dispuso, en el inicio del milenio, un programa para actualizar la Clasificación Internacional de Enfermedades, cuya décima revisión fue aprobada en 1990. Se buscó incorporar los avances de la ciencia en el conocimiento de las enfermedades en una nueva revisión, conocida como CIE-11 (ICD-11 por su sigla en inglés).

La Clasificación Internacional de Enfermedades “busca facilitar el monitoreo de las amenazas a la salud pública, así como la carga de enfermedad, además de conocer las necesidades de salud de poblaciones vulnerables y en riesgo, y no sólo la que se encuentra en hospitales”, señaló la doctora María Elena Medina-Mora, jefa del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental (DPySM) de la Facultad de Medicina de la UNAM, durante el primer Seminario de Investigación del año que el Departamento coordna.

Los ponentes presentaron un resumen de los estudios realizados en la revisión de las categorías para niños y adolescentes para informar a la ICD-11, buscando utilidad clínica y confiabilidad, entre otros aspectos.

En su ponenciaCambios diagnósticos de los niños, el doctor Francisco de la Peña Olvera, miembro del grupo de expertos internacionales que hicieron las propuestas de cambio, mencionó que su objetivo fue ayudar a la comprensión del nuevo paradigma diagnóstico para los trastornos del neurodesarrollo sobre trastornos de la conducta disruptiva (diagnóstico que fue parte angular de la investigación realizada) y de sus especificadores de emociones prosociales y el constructo de irritabilidad crónica.

Esta última es considerada en la ICD-11 como un problema externalizado, que puede estar presente o no en diferentes patologías, como en el trastorno oposicionista desafiante; “buscamos generar dimensiones que permitan explicar de manera más adecuada cómo se manifiestan los problemas de salud mental”, concluyó el jefe de la Unidad de Fomento a la Investigación del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” (INPRFM).

La presentación de los resultados de los estudios de Internet, en el que participaron clínicos de 194 países, estuvo a cargo de la doctora Rebeca Robles García, coordinadora del Centro de Investigación en Salud Mental Global del INPRFM/UNAM y responsable de los estudios en México. Al presentar el análisis sobre irritabilidad crónica en niños y adolescentes, mencionó que “es una patología importante en esta población al relacionarse con la predicción de los trastornos como el trastorno oposicionista desafiante, los trastornos de ansiedad, la suicidabilidad y la disfunción”.

Para probar la consistencia de la nueva clasificación ICD-11 y su relevancia clínica, se comparó con las clasificaciones del CIE-10 y del DSM-5. Se encontró que, a juicio de los clínicos que evaluaron viñetas previamente validadas, fue el ICD-11 el que demostró mayor utilidad clínica. A diferencia del DSM-5 con el que los clínicos mostraron dificultades en el diagnóstico de los trastornos disruptivos de regulación del estado del ánimo, el ICD-11 permitió una mayor precisión para identificar irritabilidad oposicionista grave y su diferenciación del diagnóstico de trastorno límite de personalidad.

Por su parte, la doctora Silvia Ortiz León, Profesora Titular “A” del DPySM y especialista en Psiquiatría Infantil, colaboró con los estudios que permitieron evaluar la confiabilidad entre evaluadores (médicos especialistas en Psiquiatría y residentes en formación) que diagnosticaron en forma independiente a niños y adolescentes en tratamiento usando las Guías Clínicas. “Los resultados demostraron valores altos de confiabilidad, específicamente para el trastorno de conducta disruptiva y particularmente para el trastorno negativista desafiante con irritabilidad y enojo crónico. Además, según la escala de utilidad clínica, la mayoría de los médicos (78 al 96 por ciento), consideró que las pautas de diagnóstico fueron bastante útiles; tanto entrevistadores como observadores refirieron una buena utilidad clínica, es decir, sencilla de usar, precisa, de fácil aplicación y útil”, comentó la doctora Ortiz León.

Mariluz Morales y Diana Karen Puebla