“El Impresionismo es uno de los estilos artísticos que más llaman la atención por la intensidad de sus colores, lo armónico de sus paisajes y sobre todo por cómo revolucionó la plástica dentro de la historia de la pintura occidental. Surgió a partir del siglo XIX, justo cuando se valoraban las grandes propuestas sociotecnológicas y nacía la fotografía, que con su presencia amenazó el poder hegemónico de la pintura como creadora de imágenes”, explicó la maestra Nuria Galland Camacho, responsable de Servicios Pedagógicos y Contenidos del Palacio de la Escuela de Medicina.
Los impresionistas consideraban a la fotografía limitada, pues no daba cuenta del color ni del movimiento. Su meta era vencer a la fotografía a partir de estos elementos esenciales que la cámara no recogía.
“Esta corriente estaba obsesionada por la luz y el color, pronto descubrieron que el color no era una propiedad del objeto mismo, sino de la luz que incidía sobre éste, de ahí que un mismo paisaje tomado a diferentes horas del día, como en la pintura Bulevar de las capuchinas de Claude Monet, cambiaba de acuerdo con la estación, donde en invierno predominaba el color azul. Es por ello que los pintores del Impresionismo debían pintar rápido para capturar el momento”, mencionó la especialista durante el curso- taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El Impresionismo toma su nombre de una pintura de Monet conocida como Impresión del sol naciente expuesta en la primera exposición del colectivo. Luego de recibir un comentario peyorativo de un crítico de arte deciden tomar el nombre, pues se dan cuenta que su pintura se basa en las impresiones que capturan en un corto tiempo.
Uno de los artistas más famosos de esta corriente fue Auguste Renoir, quien se arriesgó a utilizar el color negro puro en sus obras, las cuales tenían como tema principal la vida burguesa, las fiestas, la calle y cómo se desarrollaba la vida en el exterior. En sus pinturas se aprecia el empleo del color y de la luz, por ejemplo, en la obra titulada The Cabaret of Mère Anthony o en Dance in the Moulin de la Galette.
A su vez, otro pintor altamente vanguardista y que se distinguió entre los demás impresionistas fue Edgar Degas, quien en su obsesión por la luz artificial y la representación de la figura femenina, retrató la vida de las mujeres que se dedicaban al ballet, desde la perspectiva de un voyeur, pues el objetivo que se apreciaba era el de espiar sin ser descubierto. “Este pintor es altamente experimental y emplea el método de repetir los temas sistemáticamente, como en sus pinturas The dancing class y Dance ron the stage, en ambas se conserva la figura realista en los rostros de algunos personajes y la difuminación de la figura en los cuerpos de las bailarinas”, concluyó la maestra Galland Camacho.
Diana Karen Puebla