En lo que va de la pandemia se han reportado 2 mil 394 desapariciones en el país, lo que ha evidenciado que, a pesar de la emergencia sanitaria, los problemas de seguridad en México no han parado. Por ello, la cuarta sesión del Seminario de Bioética, Ciencia Forense y Género “Pandemia COVID-19, Género y Violencia” reunió a expertos para analizar el tema.
La doctora Zoraida García Castillo, coordinadora de la Licenciatura en Ciencia Forense, inauguró la mesa virtual titulada “Personas desaparecidas y no identificadas en tiempos de COVID-19”, que fue moderada por la doctora Rosalva Aída Hernández Castillo, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
“Quienes desaparecen son mayoritariamente hombres y quienes buscan son mayoritariamente mujeres. Este dato requiere una pregunta analítica y creo que, en ese sentido, urge desarrollar una perspectiva interseccional que nos hable de qué manera la exclusión étnico-racial, de clase y de género crea contextos de vulnerabilidad que hacen posible la desaparición forzada”, consideró la doctora Hernández Castillo.
Por su parte, la doctora Mónica Silvy Morales Ríos, directora de la Unidad Forense de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), explicó que la creación de cementerios forenses fue resultado de muchas irregularidades en la apertura de fosas comunes. Estos cementerios se encuentran en el Estado de México, Guerrero, Morelos y Tamaulipas.
El maestro Javier Yankelevich Winocur, director de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas Víctimas de Terrorismo de Estado durante la Guerra Sucia de la CNB, destacó cómo, a pesar de la pandemia, los movimientos y las organizaciones sociales encuentran la forma de no parar sus actividades. “Esto habla de la vitalidad de esos movimientos, que no tienen a la mano su repertorio clásico de acción, pero rápidamente encuentran la manera de ajustarse, de no dejar de actuar y de visibilizar las problemáticas”, indicó.
En tanto, la doctora Vivette García Deister, académica en la Facultad de Ciencias de la UNAM, resaltó que las desigualdades sociales agravaron la emergencia sanitaria, y se refirió a la violencia como otra epidemia. “Las epidemias están vinculadas con un modelo económico que ha condicionado la carencia de servicios, de alimentos, de acceso a la justicia, que aumenta la pobreza y predispone a la muerte a unos más que a otros”, afirmó.
Por último, Mirna Medina Quiñónez, integrante y fundadora del colectivo de Las rastreadoras de El Fuerte Sinaloa, aseguró que para ella y su colectivo quedarse en casa no era opción, pues no podían vivir con la incertidumbre de tener un familiar desaparecido. “La pandemia nos dejó unidad, esta firmeza que tenemos las rastreadoras como familia, de que, si una de nosotras está enferma, todas estamos ahí. Todas buscamos la manera de ayudarnos y en ese proceso aprendimos que la unidad hace que nos fortalezcamos más y que salgamos adelante”, aseguró.
Eric Ramírez