Las científicas somos perseverantes y avanzamos más cada día, pero fuera del ámbito académico no todas tienen estos privilegios. Debemos pensar en aquellas mujeres que viven en exclusión social o económica, ver cómo podemos apoyarlas y crear transiciones sociales para que ellas tengan más oportunidades. Esto es un trabajo que debemos hacer constantemente para que nuestras redes sean más sólidas y fuertes”, afirmó la doctora Patricia Clark, Coordinadora de los Programas de Maestría y Doctorado de Epidemiología Clínica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En la charla “Mujeres de ciencia…”, organizada en el marco del 8M, la doctora Clark recordó que desde su época en preparatoria supo que quería estudiar medicina, cuando en una clase de Anatomía le pidió a su profesor asistir al quirófano y presenciar un parto.

Asimismo, resaltó que cuando era estudiante, la Facultad tenía como 10 mujeres y ahora hay una gran cantidad de ellas en cada generación, y mencionó que “las brechas de género, en donde las mujeres antes teníamos que hacernos el tiempo para cuidar a nuestra familia e hijos, han cambiado. Y han cambiado porque hoy las mujeres pueden decidir si quieren hijos o no, planear cuándo sería ideal tenerlos y si se quieren casar o no. Hoy ellas pueden dar prioridad a sus carreras profesionales y eso lo celebro”.

Indicó que en la ciencia se ha avanzado mucho, pues es posible ver a mujeres ingenieras, matemáticas, científicas, astrónomas y llegando a carreras donde antes no eran tomadas en cuenta; sin embargo, consideró que hay áreas administrativas donde falta avanzar, por ejemplo, tener a una mujer como Directora de la Facultad o como Rectora de la Universidad.

En su oportunidad, la doctora María Imelda López Villaseñor, Directora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, recordó que ella es la primera científica en su familia y reconoció que fue muy afortunada al crecer en un ambiente familiar donde tuvo la posibilidad y el apoyo para desarrollar sus intereses personales.

También compartió cuáles han sido sus experiencias más satisfactorias. La primera tiene que ver con el trabajo docente, impartiendo clases sobre temas que le apasionan; la segunda es la responsabilidad que tiene al haber sido designada como directora del IIBO; y la tercera con la posibilidad de combinar la vida personal como mujer y madre con la labor académica. “Este trabajo académico y personal combinado requiere, sin duda, de un gran esfuerzo, pero es posible hacerlo y hacerlo bien. A las mujeres que nos dedicamos a la ciencia les pido que creamos en nosotras mismas, pues a veces el principal obstáculo somos nosotras al pensar que no podemos, pero hay que saber que sí es posible”, concluyó la doctora López Villaseñor.

Por su parte, la doctora Zoraida García Castillo, Coordinadora de la Licenciatura en Ciencia Forense (LCF), recordó que siempre quiso estudiar medicina; sin embargo, su familia era de abogados y terminó en esa área. Tiempo después, gracias a su esfuerzo y dedicación, fue invitada para formar parte de la LCF. “Estoy muy feliz porque por fin estoy en la Facultad de Medicina, si bien no soy médica, estamos conviviendo con ellos y con científicos de todas las áreas, de quienes aprendo día con día”, expresó.

Asimismo, destacó que el desempeño profesional para las mujeres no es fácil en un mundo de hombres. Cuando ella empezó a laborar, era ignorada por ser mujer y tenía que demostrar que realmente sabía de los temas. “Al ocupar un cargo una mujer tiene que demostrar que puede, mientras que un hombre se da por hecho que puede”, apuntó.

“Ha sido mucho trabajar para ser escuchadas y avanzar, sin embargo, todavía tenemos áreas de oportunidad que no obedecen únicamente a políticas institucionales, sino a un esquema social preestablecido. Igualmente, he de reconocer que dentro de la Universidad el trato siempre ha sido de pares y eso me hace sentir contenta y satisfecha”, aseguró la doctora García Castillo.

Finalmente, destacó que la matrícula de mujeres en la LCF es del 75 por ciento, señalando que estos resultados no fueron planeados, sino que es una muestra del trabajo que se ha hecho por mucho tiempo, sobre todo porque es una carrera cuyo campo de acción puede parecer peligroso, retador y relacionado con la violencia.

La doctora Ana María Carrillo Farga, Académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, compartió que se dedica a la historia social de la salud pública, que es un campo de conocimiento que está ligado a las ciencias humanas, sociales y naturales. Y aunque nunca ha tenido duda de que la profesión de historiadora es lo que le apasiona, en algunas ocasiones ha lamentado no poder ayudar con su quehacer a quien lo necesitaba, pero ahora con la pandemia ha podido contribuir con su conocimiento.

Al hablar sobre los avances que las mujeres han tenido en la ciencia, consideró que “en efecto, hemos avanzado, pero aún tenemos limitaciones; en los estudios de género se denomina ‘techo de cristal’ a una restricción velada para el ascenso laboral que tenemos las mujeres en las instituciones; es invisible porque no hay una ley que nos prohíba llegar a puestos directivos, pero el porcentaje de los que ocupamos es desproporcionadamente bajo en relación con los que ocupan los hombres”, apuntó la doctora Carrillo Farga en el evento transmitido a través de Facebook Live y moderado por la maestra Lizbeth Valdez Orozco, Encargada de Dictámenes de Estudios de la Unidad de Desarrollo Curricular y Académico de la Facultad de Medicina.

Del mismo modo, la doctora Carrillo Farga recordó lo que se debe al movimiento feminista, como el derecho a la educación, al voto y a la anticoncepción. Además, “nuestras hijas nos están enseñando que no podemos normalizar la violencia de género porque es intolerable, y nuestras hermanas mostraron que las diferencias entre los sexos no justifican la desigualdad o la inequidad”, manifestó.

Janet Aguilar