De la práctica docente presencial a un modelo semipresencial o a distancia en la Licenciatura en Ciencia Forense: oportunidades y retos
Zoraida García Castillo, Ana María Sosa Reyes, Luis Jiro Suzuri Hernández, Jorge Luis López Zepeda, Laura Alicia Espinosa Escobar, Guillermo Romo Guadarrama, Reyes Farfán Sánchez, Luis Flores Aguilar
En un ambiente de pandemia rodeado de incertidumbre y daños sanitarios, económicos y sociales todavía en ascenso, es difícil vislumbrar con claridad cuáles serán las grandes lecciones que dejará el paso del coronavirus en el terreno de la educación. No obstante, el desafío que los sistemas educativos del mundo en todos sus niveles enfrentaron y seguirán enfrentando para continuar con la educación en el contexto de una emergencia sanitaria de una magnitud que no se veía desde hace un siglo, hace inevitable reflexionar sobre cómo estamos enseñando y cómo podríamos hacerlo mejor.
La descripción que a continuación se hace de las oportunidades y los retos que implicó la formación a distancia de los científicos forenses desde el momento en que inició la pandemia, es un primer paso en el esfuerzo por aprender de los cambios que ha traído el SARS-CoV-2 antes de que llegue la fecha de la siguiente prueba.
Las oportunidades por aprovechar
Desde sus inicios, la Licenciatura en Ciencia Forense (LCF) de la Facultad de Medicina ha tenido condiciones institucionales que alientan a impartir una enseñanza de alta calidad y procurar su mejora continua. Condiciones que, en respuesta a la contingencia por la COVID-19, facilitaron una rápida y completa transición de la enseñanza presencial, que había sido la norma en la LCF, a una mediada completamente por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y que, en el futuro, seguramente permitirán adaptarnos a una nueva normalidad donde el contacto humano estará más o menos restringido.
Entre estas condiciones propicias podemos citar el reducido número de estudiantes que ingresa cada año a través de un proceso de selección que, además de los filtros que se aplican en la mayoría de las licenciaturas de la UNAM, busca identificar a los aspirantes más capaces y motivados; un edificio para uso exclusivo de la LCF acondicionado para la enseñanza de la Ciencia Forense, y profesores jóvenes y abiertos a seguir formándose como docentes.
En este contexto, a lo largo de los siete años que lleva operando la Licenciatura, se han identificado áreas de oportunidad que la pandemia ha realzado o enfocado con mayor nitidez. De aprovecharse, harían más coherentes las intenciones detrás de la enseñanza y de su implementación, y permitirían sacar mayor provecho educativo de los recursos con que cuenta la Licenciatura.
A mediados del mes de marzo de 2020, la contingencia ocasionada por la COVID-19 obligó a suspender las clases presenciales de manera abrupta y a ofrecerlas a distancia disponiendo de los recursos que estudiantes y profesores teníamos a la mano. En ese momento, los principales problemas enfrentados se centraron en el uso adecuado de las TIC y en la reorganización logística de los cursos para concluirlos a distancia.
Para nuestra sorpresa, en este trance, algunos aspectos que habíamos identificado como áreas de mejora se fortalecieron por iniciativa de los propios profesores, empezando por aprender a usar herramientas tecnológicas que estaban a la mano, pero que no se aprovechaban. Asimismo, la comunicación de la Unidad de Docencia con los profesores y entre ellos mismos se hizo más frecuente y constante, y la asistencia a las reuniones vía remota superó con mucho la alcanzada en las reuniones cara a cara, además de que las discusiones adquirieron un cariz reflexivo no registrado antes, que cuestionaba la pertinencia de las estrategias de enseñanza que venían aplicándose y que proponía alternativas ante las circunstancias adversas.
Motivada por este ánimo reflexivo, la Coordinación emprendió una indagación de las condiciones personales tanto de estudiantes como de docentes, a fin de incluir estos aspectos en la toma de decisiones. Por último, los estudiantes se apoyaron más en sus tutores para enfrentar el reto académico y emocional que implicó la transición a un modelo de enseñanza a distancia, destacando con esto el valor y potencial del Programa Institucional de Tutorías.
Gracias al entusiasmo y compromiso de los profesores y estudiantes de la Licenciatura, en un lapso no mayor a una semana, la Coordinación de la LCF, a través de la Unidad de Docencia, gestionó la transición del modelo presencial al de enseñanza a distancia, reestableciéndose el 23 de marzo las actividades de las 28 asignaturas impartidas en los cuatro grados del semestre 2020-2. La rápida adaptación a las nuevas circunstancias permitió que el semestre concluyera en tiempo y forma el 14 de mayo, como estaba programado en el calendario aprobado por el Consejo Técnico antes de la contingencia.
A pesar de lo apresurado de esta transición, el reajuste de los objetivos de aprendizaje, de las actividades de enseñanza-aprendizaje y de los mecanismos de evaluación, propiciaron en los docentes y en la propia Unidad de Docencia, la reflexión sobre la naturaleza de los programas de las asignaturas y su puesta en práctica en las aulas.
Se identificaron las asignaturas que por sus características deben impartirse necesariamente en modalidad presencial, debido a las prácticas de laboratorio y campo, y aquellas que podrían impartirse en modalidad semipresencial o a distancia de manera permanente; una medida que, de adoptarse, solucionaría las limitaciones de espacio que ocasionaría el incremento de la matrícula que se ha planteado como parte de la creación de una Escuela Nacional de Ciencias Forenses.
Asimismo, se cobró mayor consciencia de la importancia de desarrollar las competencias de los estudiantes, más que sólo impartirles conocimiento, y se planteó la necesidad de adoptar alternativas de evaluación más genuinas y adecuadas a la enseñanza en línea. La experiencia ha motivado aún más la iniciativa de robustecer y ampliar la oferta de cursos de educación continua.
Los obstáculos enfrentados
De un día a otro, inesperadamente, 40 profesores y 130 estudiantes se vieron obligados a iniciar actividades a distancia. Si bien todos lo hicieron con muy buena disposición, haciendo su mayor esfuerzo y echando mano de los recursos a su alcance, los desafíos que se fueron presentando durante el resto del semestre no fueron pocos ni sencillos.
Para los estudiantes, adaptarse al nuevo formato implicó, primero, conseguir una computadora y una conexión de Internet con las características mínimas para tomar sus clases a distancia y, después, tener paciencia con los problemas normales de los académicos intentando modificar su metodología de enseñanza para adecuarla a un formato en el que no tenían mucha práctica. Por el resto del semestre, los estudiantes pasaron más de ocho horas diarias frente a la computadora escuchando a sus profesores o haciendo tareas, algunos con nuevas responsabilidades en sus hogares o lejos de las condiciones ideales para estudiar.
La situación para los docentes tampoco fue fácil, ya que además de tener que conseguir por su cuenta los recursos tecnológicos y didácticos necesarios para impartir sus clases, tuvieron que modificar sus estrategias de enseñanza, adaptando las actividades que tenían contempladas para ser impartidas de forma presencial al formato a distancia. Asimismo, dado que la mayoría de los profesores son de asignatura, tuvieron que hacer compatibles sus otros compromisos profesionales con sus responsabilidades como docentes de la Licenciatura y en algunos casos incluso lidiar con los retos que implican las labores del hogar, el cuidado de los hijos, la tutoría como padres de familia o su papel de cuidadores de adultos mayores.
Una vez alcanzada cierta estabilidad en el desarrollo de las clases, se consultó a profesores (n=34) y estudiantes (n=122) sobre las condiciones en las que estaban desempeñándose y sobre los problemas que estaban enfrentando. A partir de la información recabada se identificaron algunos problemas generales que se resumen a continuación:
En el caso de los estudiantes, todos consiguieron una computadora con acceso a Internet, pero más del 60 por ciento compartía el equipo de cómputo con tres o cuatro miembros de su familia y por lo menos el 50 por ciento no tenía acceso a servicios de Internet de banda ancha o la calidad de su conexión era inestable. A estos problemas se sumaban el no contar con un espacio propio y/o adecuado para estudiar, la dificultad para concentrarse en un ambiente doméstico que no está dedicado exclusivamente al estudio, y tener que lidiar con el cansancio y el desánimo derivados del cambio en las condiciones de estudio.
Esto último seguramente contribuyó a que más de la mitad de los estudiantes reportaran una sobrecarga de tareas por parte de sus profesores que exigían una dedicación mayor en tiempo y esfuerzo para cumplir con sus clases en la modalidad a distancia.
En el caso de los profesores, aunque la mayoría reportó una buena actitud por parte de los estudiantes para continuar a pesar del cambio de modalidad de enseñanza, también detectaron cierta desmotivación y poca disposición a participar, que a su vez produjo en los docentes cierta decepción: No percibían que el esfuerzo que invertían en preparar las clases a distancia fuera proporcional a la respuesta de los estudiantes. En cuanto al desempeño estudiantil, varios profesores llamaron la atención sobre las dificultades que experimentan muchos estudiantes para hacerse responsables de su propio aprendizaje y tomar acciones que les permitan aprender de manera independiente.
La respuesta de las autoridades y el papel de la Unidad de Docencia
Desde el primer momento en que se tuvo conocimiento de la emergencia sanitaria y ante la inminente suspensión de actividades presenciales en la Licenciatura, la Coordinación, a través de la Unidad de Docencia, activó los canales de comunicación que tiene con la totalidad de la planta docente para darle a conocer el plan de acción ante la contingencia. Al ser encuestados sobre la pertinencia y lo oportuno de esta respuesta, los profesores calificaron ambos aspectos de forma muy positiva.
La Unidad de Docencia de la LCF está formada por siete especialistas en diferentes áreas de la enseñanza. Su principal objetivo es garantizar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje en la Licenciatura. Este equipo se hizo cargo de organizar la transición hacia un formato de enseñanza a distancia. Para ello, desde el inicio de la contingencia, se realizaron las siguientes acciones:
- Destinar un asesor a cada asignatura responsable de monitorear el desarrollo de las clases y de atender las dudas de los docentes tanto en los aspectos tecnológicos como didácticos. Este apoyo se mantendrá en el siguiente semestre, el 2021-1.
- Realizar una selección de las TIC y del material didáctico digital ofrecido tanto por la UNAM como por otras instituciones educativas nacionales y extranjeras.
- Abrir cuentas de correo electrónico para los profesores, albergadas en la UNAM, de manera que pudieran contar con los accesos y herramientas tecnológicas necesarias para el uso de esas TIC.
- Mantener una comunicación permanente con los estudiantes mediante los grupos de WhatsApp que se activan para cada generación al momento de ingresar a la LCF.
- Mediar entre los profesores y los estudiantes cuando surgieron problemas que no pudieran resolverse directamente entre las partes a satisfacción de ambas.
- Organizar juntas con los profesores para compartir de forma colegiada las experiencias de la enseñanza a distancia y atender los problemas o las dudas que pudieran haber surgido.
- En los casos en los que el profesor ya contaba con experiencia previa en el uso de herramientas y plataformas en línea, fomentar la libertad en los docentes para elegir el medio que consideraran más conveniente para impartir su cátedra contando siempre con el apoyo y respaldo de la Unidad de Docencia.
- Promover la aplicación del Programa Institucional de Tutorías a distancia.
Sobre la Evaluación
En condiciones normales, la evaluación es un tema clave en la formación de los estudiantes debido al gran impacto que tiene en su trayectoria, en varias decisiones institucionales, y en la concordancia de la metodología y contenidos de la enseñanza con los resultados de la evaluación. No es de sorprender que durante la contingencia la evaluación ha constituido uno de los retos de mayor desafío.
Los lineamientos de evaluación de la LCF se aplican de manera ordinaria de la siguiente manera: la calificación del estudiante en el primer examen ordinario corresponde al 50 por ciento de la calificación final del curso y en caso de presentarse al segundo examen ordinario, su valor constituye el 100 por ciento. En esta ocasión, tras una serie de discusiones colegiadas, se decidió prescindir de los exámenes ordinarios y asignar las calificaciones de todas las materias en función de una evaluación centrada en el trabajo realizado a lo largo del semestre.
Con esta medida se buscó asegurar, por sobre cualquier otra consideración, la equidad, la justicia y la inclusión, para que las desigualdades materiales que pudieran existir entre los estudiantes, específicamente la calidad del servicio de Internet y el equipo de cómputo con el que cada uno cuenta, no fueran un factor que afectara indebidamente la medida de su desempeño. Esta decisión seguramente pasará a la historia de la Licenciatura, no sólo por su impacto inmediato, sino porque a través de ella se ha favorecido la reflexión profunda de los profesores sobre lo que es la evaluación, cuál es su papel en el proceso del aprendizaje y qué puede llegar a ser.
Preparándonos para lo que sigue
Una vez concluido de la mejor manera posible el semestre 2020-2, y teniendo en cuenta la incertidumbre que a la fecha prevalece sobre las condiciones en que se impartirán las clases el siguiente semestre, la Unidad de Docencia se dio a la tarea de diseñar e impartir el curso-taller “Herramientas tecnológicas y didácticas para trasladar la práctica docente presencial a un modelo semipresencial o a distancia en la Licenciatura en Ciencia Forense”. Su objetivo es brindar a los profesores una serie de herramientas tecnológicas y didácticas que les ayuden a adaptar sus clases para impartirlas a distancia. Este curso-taller se ofreció del 22 de junio al 30 de julio.
A lo largo de los cuatro módulos que constituyen el curso, se ha puesto a disposición de los profesores las herramientas tecnológicas y aplicaciones que ofrece Google mediante la cuenta institucional de la UNAM, para la instalación y gestión de un aula virtual; recomendaciones para la planeación de su asignatura en una modalidad semipresencial o en línea; sugerencias para reestructurar las secuencias didácticas que venían usando para su aplicación a distancia, así como las estrategias y herramientas de evaluación que se han considerado más adecuadas para el nuevo formato.
Tras casi dos meses de la implementación del curso, las participaciones de los profesores muestran que entre los retos que más preocupan para la transición se encuentran: mantener motivados a los alumnos, conseguir una comunicación efectiva con ellos, hacer una selección de los temas y las actividades más relevantes para no saturarlos y desarrollar en ellos habilidades de autogestión y aprendizaje autónomo.
Asimismo, tanto los comentarios como las entregas que hasta ahora han realizado los participantes del curso muestran una importante evolución positiva sobre lo que implica la planeación de un curso guiada por los objetivos de aprendizaje y sobre el papel de la evaluación como parte del aprendizaje, y no sólo como una forma de verificar lo aprendido.
El desafío que implica la contingencia como una oportunidad de mejora, durante esta etapa de preparación para el semestre 2021-1, nos ha llevado a promover que los profesores realicen un nuevo análisis de los programas de sus asignaturas; adapten y actualicen los materiales con los que ya cuentan para impartir sus clases en el formato presencial, y prioricen los temas y las actividades a incluir en sus cursos. La intención final es que en la implementación de las clases a distancia se siga garantizando la calidad de la enseñanza en la LCF y que cuando superemos la contingencia no regresemos al punto del cual partimos, sino que hayamos avanzado fortalecidos y renovados como institución.
Otras actividades académicas de suma importancia
Como debe haber ocurrido en todas las instituciones educativas, además de la afectación que tuvo la contingencia en las clases, una serie de eventos académicos se han tenido que adaptar, posponer o incluso cancelar definitivamente. En el caso de la LCF fue necesario reestructurar el proceso de selección para el ingreso, de un formato presencial a uno a distancia.
Para ello, se decidió sustituir el examen de conocimientos, de forma excepcional, por un examen con menos reactivos, enfocados más que en el conocimiento de distintas áreas disciplinares, en evaluar el razonamiento matemático y científico y la comprensión lectora de los aspirantes ante problemas más complejos que los tradicionalmente incluidos en los exámenes de admisión. Asimismo, las entrevistas individuales que normalmente se han realizado de manera presencial para seleccionar a los candidatos con el perfil más afín al estudio de las ciencias forenses, en esta ocasión se realizarán de manera remota.
El Examen General de Competencias Forenses (EGCF) que presentarían 30 estudiantes en el mes de abril de 2020 para obtener el título de Licenciado en Ciencia Forense se pospuso hasta nuevo aviso por tratarse de una evaluación de alto impacto que implica la demostración de la competencia profesional en la resolución de tareas eminentemente prácticas que difícilmente pueden evaluarse vía remota.
Perspectivas
La pandemia por COVID-19 nos tomó a todos por sorpresa. Concluir el semestre anterior de la mejor manera nos obligó a conseguir y utilizar las herramientas tecnológicas indispensables y a resolver sobre la marcha los problemas que se fueron presentando. Ahora, la contingencia nos enfrenta a las autoridades, a los profesores y a los alumnos a una oportunidad inédita para reflexionar profundamente sobre nuestro papel en el proceso de enseñanza-aprendizaje en un modelo de enseñanza por competencias para la formación del científico forense.
Hoy sabemos que nuestra normalidad será distinta, pero no por eso debemos conformarnos con reducir los efectos negativos de la situación: aprovechar la experiencia para fortalecer y acelerar las acciones encaminadas a la mejora continua del aprendizaje en esta Licenciatura es un camino que también ha dejado abierto la pandemia.
Referencias bibliográficas
Facultad de Medicina. Plan de Estudios de la Licenciatura en Ciencia Forense; Universidad Nacional Autónoma de México: Mexico City, 2013; pp 2-7, 19, 37-45.
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Sánchez Mendiola, M. y Martínez González, A. Evaluación del y para el aprendizaje: instrumentos y estrategias. Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Desarrollo Educativo e Innovación Curricular. (1ª ed.) Ciudad de México:UNAM. 2020.