En 1920, Frederick Banting fue uno de los primeros en intuir que la glucemia tenía relación con el páncreas; en 1921 se unió al laboratorio del doctor John Macleod para investigar este hecho y, junto a Charles Best, descubrió que un extracto del contenido del páncreas tenía la capacidad de regular la glucemia en animales, por lo que presentó este hallazgo a la Sociedad Americana de Fisiología.

Posteriormente, al equipo de investigación se integró James Collip y después de purificar el contenido del páncreas hicieron pruebas en animales. Cuando consideraron que el compuesto era puro lo probaron en varios pacientes, quienes mostraron una respuesta favorable, lograron que sobrevivieran los niños que padecían diabetes tipo 1, (antes de la insulina, su destino era la muerte a corto plazo). Su trabajo se volvió conocido y llamó la atención de la compañía farmacéutica Elly Lily, que posteriormente adquirió la patente de este compuesto. En 1923, Banting y Macleod recibieron el Premio Nobel en Fisiología o Medicina.

Años después surgieron las insulinas biosintéticas, obtenidas gracias a la manipulación genética, lo que permitió obtener insulina regular y análogos con modificaciones que originaron a las insulinas de acción rápida como lispro, glulisina y aspart, e insulinas de acción más duradera como glargina, detemir y degludec.

En la conferencia de prensa organizada por la Facultad de Medicina en conjunto con la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM, la doctora María del Carmen Jiménez Martínez, Coordinadora de Posgrado en Farmacología Clínica de la Máxima Casa de Estudios, explicó que en un futuro se planea tener un control personalizado y permanente de la glucemia y la liberación de insulina aplicando elementos digitales y tecnologías que ya están en uso.

Por otra parte, la doctora Ana Lilia Rodríguez Ventura, Académica del Departamento de Embriología y Genética de la Facultad de Medicina, informó que en el 2016 se calculó que había 422 millones de personas a nivel mundial con diabetes, una cifra mayor a los 333 millones de casos previstos para el 2025. La diabetes es una enfermedad crónica en la cual se elevan las concentraciones de glucosa en la sangre y eso ocasiona daño en los órganos por la lesión vascular que implica. Hay 4 grupos de diabetes y aunque la tipo 2 es la más común, le sigue la diabetes tipo 1 en frecuencia y afecta a los niños, principalmente.

En la diabetes tipo 1, el sistema inmunológico propio destruye la célula beta del páncreas que la produce, por eso se requiere el uso de insulina desde que se hace el diagnóstico. Los pacientes con diabetes tipo 2 requieren insulina desde su diagnóstico si sus concentraciones de glucosa son muy elevadas y no responden al tratamiento oral o si se encuentran descompensados, y quienes responden al tratamiento oral, con el paso del tiempo, si no se controlan bien, la hiperglucemia (glucotoxicidad) dañará la célula beta y necesitarán insulina para controlarse.

Desafortunadamente, los endocrinólogos, internistas y médicos en general, enfrentan una barrera sociocultural que tienen muchos pacientes con la diabetes tipo 2 al creer que la insulina les puede generar ceguera, lo cual retrasa la mejora que tendrían si la aceptaran a tiempo para controlar mejor sus concentraciones de glucosa, si los cambios favorables en su estilo de vida y uno o dos fármacos orales no lo han logrado, manifestó la doctora Rodríguez Ventura.

También Indicó que de acuerdo con el estudio Diabetes Control and Complications Trial (DCCT) realizado en pacientes con diabetes tipo 1, se demostró que quienes tenían un tratamiento intensivo con insulina (tres dosis o más) tuvieron un mejor control de la glucosa y menos complicaciones que quienes tuvieron un tratamiento convencional con dos dosis o menos, demostrando así la importancia de intensificar el tratamiento desde el inicio de la enfermedad.

La salud individual es inseparable de la salud de la comunidad, a todos como sociedad nos conviene que las personas que viven con diabetes logren un buen control metabólico para mejorar su esperanza y calidad de vida”, concluyó la doctora Rodríguez Ventura.

Ricardo Ambrosio