En marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró la existencia de una pandemia por la COVID-19. Esta enfermedad atacó principalmente a población específica como adultos mayores de 60 años, personas con comorbilidades como hipertensión arterial, diabetes, obesidad, tabaquismo, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y mujeres embarazadas. Justamente, este último grupo en el lapso de enero del 2020 a julio del 2021, en México registró 18 mil 635 casos positivos a COVID-19 y 366 defunciones, lo que da como resultado una tasa de letalidad de 1.96 por ciento.

Asimismo, a nivel nacional hasta la semana epidemiológica número 36 del 2021, se han contabilizado 16 mil 696 casos de mujeres embarazadas positivas para COVID-19, contabilizando al 91.7 por ciento de embarazos confirmados y al 8.3 por ciento en puerperio. Los síntomas predominantes han sido cefalea, tos y fiebre. También, se registró que las comorbilidades predominantes fueron obesidad, hipertensión arterial, diabetes y asma.

En el Seminario Permanente de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, el doctor Juan Ismael Islas Castañeda, Subdirector de Atención Materna del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, resaltó que las mujeres embarazadas deben reforzar las medidas de protección y prevención personal y las instituciones deben poner énfasis en la detección oportuna de la enfermedad.

El especialista encontró que en el tercer trimestre de la gestación se han tenido más contagios, con un 47.7 por ciento de los casos, en comparación con el 22 por ciento del primer trimestre o el 30.3 por ciento del segundo. Incluso, después de la semana 20 de gestación aumenta hasta cinco veces el riesgo de ingreso a terapia intensiva. “Aquí podemos vislumbrar cómo el proceso gestacional, específicamente el tercer trimestre, resulta uno de los factores de riesgo más graves para una mujer que se infecta por COVID-19”, explicó el doctor Islas Castañeda.

Como parte del tratamiento, recomendó medir la gravedad del contagio a través de una radiografía simple de tórax para ver si hay infiltrados pulmonares; revisar la gravedad en la dificultad respiratoria; observar la saturación de oxígeno; examinar el agotamiento respiratorio, la deshidratación, las alteraciones del nivel de conciencia; conocer antecedentes de embarazadas con inmunodepresión; y factores relacionados.

Sólo se recomienda dar tratamiento a aquellas mujeres sintomáticas y éste será con vigilancia materno-fetal, así como de los síntomas respiratorios y monitoreo de pulso digital. Además, se pueden recetar corticosteroides como Dexametasona, Metilprednisolona y Prednisolona; o tromboprofilaxis con Heparina y Enoxaparina; e incluso, Nitazoxanida.

“En situaciones emergentes, los servicios de salud sexual y reproductiva se clasifican como servicios esenciales que deben mantenerse en apego a las medidas de prevención y mitigación de transmisión de COVID-19. Por ello, se requiere mantener y adecuar los mecanismos de planeación, coordinación e implementación de las medidas necesarias para satisfacer la demanda de atención en la salud materno-perinatal. Finalmente, es necesario mantener e intensificar los esfuerzos para garantizar e incrementar la continuidad y calidad de los servicios de salud”, concluyó el ponente.

Eric Ramírez