Mi nombre es Gina González Calderón, decidí estudiar Medicina porque es una profesión que permite impactar en la calidad de vida de las personas. Mis abuelos tuvieron problemas de columna muy fuertes que incluso les impedían caminar, ambos volvieron a sus actividades después de una intervención quirúrgica.
Soy residente de segundo año de Neurología Clínica en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”; lo que hace especial a las neurociencias es la precisión clínica con la que podemos, a través de un buen interrogatorio y examen físico, orientar la localización de la lesión, la posible causa y complementar con estudios dirigidos que corroboren la sospecha diagnóstica.
Lo que me inspira a desarrollarme día con día en mi práctica clínica es la confianza ciega que depositan los pacientes en nosotros como parte del equipo médico y, a pesar de que no siempre sucede, es infinitamente satisfactorio observar cómo mis pacientes retoman sus actividades. Los casos clínicos complejos me retan a ser mejor, estudiar más y seguir preparándome; por otro lado, también me motiva estar rodeada de mi familia, amigos, colaboradores y mentores que me han acompañado a lo largo de esta carrera.
La Medicina me ha enseñado a reconocer cuando estamos topados en nuestros conocimientos o experiencia, tener humildad y saber cuándo pedir ayuda puede hacer toda la diferencia en el desenlace de un caso. La Medicina individualista quedó atrás, es indispensable tener empatía y respeto por todos los que conforman el personal de salud, así como por los pacientes y sus familias.
El tema que más me interesa es la Enfermedad Cerebral Vascular y he tenido la oportunidad de acudir a dos congresos mundiales de infarto cerebral, y en un tercero que se realizará próximamente en Singapur, en donde presentaremos parte de la investigación que hacemos en el Instituto.
Me parece que estamos dejando atrás el estigma de que la Medicina no es una carrera para mujeres. Cada vez somos más incursionando en distintas áreas del sistema de salud y nuestra participación profesional no representa una limitación para los demás aspectos de nuestra vida. Aún queda mucho de qué hablar respecto a igualdad de condiciones y violencia de género, sin embargo, pasos importantes hacia la mejoría se han dado en los últimos años.
Actualmente, también soy miembro del Consejo Interno Asesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, en donde funjo como representante de todos los residentes de los programas de especialidades, subespecialidades y altas especialidades avaladas por esta institución.
Mi meta a corto plazo es concluir mi residencia médica en el Instituto de Neurología. Posteriormente, me gustaría realizar un posgrado en el extranjero en Terapia Endovascular, subespecialidad que se involucra en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como infarto cerebral, malformaciones arteriovenosas, aneurismas, entre otros. Después, a largo plazo, establecer mi práctica médica.
Una de mis pacientes favoritas que tengo siempre presente es una mujer de 60 años que ingresó hace un año con Síndrome de Guillain Barré, tuvo evolución tórpida y complicada, pero finalmente egresó del hospital con traqueostomía y gastrostomía. Recientemente, me topé con ella en el área de Rehabilitación del Instituto, me saludó muy contenta y me comentó que estaba mejorando. Verla independiente, sin estomas, contenta y agradecida, después de haber estado en condiciones críticas, me resulta gratificante y me mantiene motivada.