Mi nombre es Andrea Paulina Estrada Guerrero, tengo 23 años y me considero una persona responsable, comprometida con mi carrera, y siempre dispuesta a aprender, así como a transmitir los conocimientos que voy adquiriendo en el camino.
Superar los retos que se me presentan constantemente en el Internado Médico es lo que más me enorgullece de mí misma en este momento; comencé rotando por el servicio de especialidad en Ginecología y ahora me encuentro en Urgencias. Ver que dan de alta a un paciente del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga” y saber que aporté para su recuperación, me produce una satisfacción inmensa que no había experimentado antes.
Estudiar esta carrera me ha enseñado que la Medicina no sólo se trata de atender pacientes, sino que se requiere de empatía hacia quienes nos rodean y trabajo en equipo para procurar el bienestar de las personas, teniendo contacto con ellas más allá de sus enfermedades. Recuerdo que ver la calidez de la atención que un doctor le brindó a una paciente adulta mayor preocupada porque no tenía a nadie cercano que estuviera al pendiente, al proporcionarle su número telefónico en caso de emergencia, marcó la dirección de mi formación.
La docencia forma parte de mis intereses, por ello, durante el segundo año de la licenciatura me convertí en instructora de la materia de Biología Celular e Histología Médica, de la cual di clases a otros estudiantes durante tres años. Comparto la idea de que no hay mejor manera de aprender que a través de la enseñanza; a mí me nutrió profundamente y me brindó la seguridad para exponerle su condición al paciente.
La mujer que más me inspira es mi mamá, Paulina Guerrero, su resiliencia me impulsa a seguir preparandome, ella es por quien en gran medida he llegado hasta aquí. Del mismo modo, a lo largo de la carrera he conocido a médicas como las doctoras Mariana Zendejas y Leticia De Anda, con quienes me siento muy agradecida por mostrarme la parte humana indispensable en el ejercicio de esta disciplina.
Desde pequeña soñaba con ser doctora y conforme he ido avanzando en mis estudios, me he dado cuenta de lo alentadora que es la posibilidad de significar un cambio, en mayor o menor dimensión, al interior del proceso que una persona atraviesa cuando padece alguna enfermedad. Sin duda, mi convicción por hacer todo lo que está en mis manos es parte del amor que le tengo a esta profesión.
Si tuviera la oportunidad, le diría a las niñas, jóvenes y mujeres que anhelan dedicarse a la Medicina que es una labor que va más allá de lo que muchas veces nos imaginamos, es demandante y te reta constantemente, pero todo eso se va a multiplicar en aprendizajes y satisfacciones.
Mi mayor sueño a corto plazo es terminar la licenciatura y especializarme en Pediatría. Quiero darle un enfoque global a mi carrera, por lo tanto, pienso dedicarme a la parte clínica, pero también dar clases ya como médica y quizás hasta con otra especialidad. Además, quiero desarrollarme como persona; tener proyectos personales, viajar y, en un futuro, casarme y formar una familia.
Isabel García