En medio del ajetreo constante del centro capitalino, el Palacio de la Escuela de Medicina, antigua propiedad del Santo Oficio, cuyos anexos estuvieron a punto de caer en el olvido, resurge con una vitalidad renovada y una historia que contar.

La monumental reestructuración y restauración del conjunto inicia en la década de 1970, con un esfuerzo liderado por el entonces Rector de la UNAM, el doctor Guillermo Soberón, y el Patronato de la época, quienes enfocaron la campaña en el edificio principal y en el que hoy es el auditorio “Dr. Gustavo Baz Prada”, sitio que antes era el Primer Patio de Cárceles, o el Patio de los Naranjos, y en la Casa de los Inquisidores. De 2011 a 2015 se retomó el proyecto, ahora centrado en los edificios de la Secundaria y el Protomedicato. Fue hasta principios de 2017 que las Cárceles tuvieron su momento, culminando la obra en 2020.

Fotografías cortesía del Palacio de la Escuela de Medicina, FM, UNAM

Durante el trabajo, en la mente de todos estaba claro el objetivo: devolver la estabilidad estructural al edificio, sin alterar su esencia histórica. Por ello, codo a codo, arquitectos e ingenieros se unieron en una danza meticulosa, esforzándose por rescatar de los estragos del tiempo los elementos constructivos y ornamentales.

Como parte del proyecto ejecutivo y la dirección arquitectónica de la obra, y tras diagnosticar el estado de conservación, se realizó una propuesta de reestructuración, adecuación arquitectónica y restauración del inmueble, misma que tuvo que pasar por las autorizaciones correspondientes ante la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, y, ya con licencia en mano, varias etapas de trabajo intenso y detallado tuvieron lugar.

Fotografías cortesía del Palacio de la Escuela de Medicina, FM, UNAM

Ejemplo de desafíos fueron los entrepisos y azo-teas que requirieron en su mayoría de la integración de nuevos sistemas constructivos, ya que los originales habían colapsado, o, en su defecto, los materiales utilizados en la reestructuración previa, además de no haber sido fabricados con materiales compatibles a los originales, habían perdido su capacidad de carga. No obstante, la originalidad se preservó, al igual que en el patio de los asoleaderos de los presos con sus muros de mampostería de
tezontle, y mixtas de tabique y adobe que se consolidaron y dejaron a la vista. También se hizo la rehabilitación completa de las instalaciones hidráulicas y sanitarias; y la inclusión de elementos complementarios como escaleras, canceles y carpinterías.

Cada etapa requería un cuidado y una dedicación minuciosos para mantener intacta la integridad del edificio. Los elementos históricos como las arquerías y dinteles de cartera labrada, los pavimentos, rodapiés y los vestigios de pintura mural se restauraron con una atención exquisita al detalle, procurando conservar al máximo su estado original.

Fotografía cortesía del Palacio de la Escuela de Medicina, FM, UNAM

Este fue un proyecto de envergadura que combinaba la precisión técnica con la paciencia artística, conservando al mismo tiempo el respeto absoluto por el valor cronológico y cultural del inmueble, cumpliendo el objetivo inicial: rehabilitar todos los espacios pendientes desde la primera intervención.

Pero, ¿quién ha estado detrás de esta meticulosa labor? Un equipo interinstitucional formado por la Facultad de Medicina, la Facultad de Arquitectura (FA) y el Instituto de Ingeniería de la UNAM, supervisado constantemente por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, con el soporte administrativo de la Dirección General de Patrimonio Universitario y, no menos importante, un apoyo en el área contractual por parte de la Dirección General de Obras y Conservación.

Fotografía cortesía del Palacio de la Escuela de Medicina, FM, UNAM

La importancia de esta restauración no podía ser subestimada, y el gremio médico lo sabía. No se trataba sólo de preservar un edificio antiguo, sino de proteger un espacio histórico que habla de nuestro pasado. Tal misión de rescate ha perdurado desde su adquisición, logrando que en la época actual la mayor parte de los predios que conformaron ese conjunto hoy en día sean de la Facultad de Medicina. La labor realizada en estos anexos completa la narrativa del Tribunal de la Inquisición y del desarrollo de la comunidad médica en México desde sus primeros días.

Hoy en día, estos espacios revitalizados están abiertos al público, enriqueciendo la experiencia de visitar el Palacio. Cada espacio tiene su propia historia que contar, desde el Protomedicato, que hoy en día alberga a los investigadores del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, hasta la Secundaria, fiel a su estilo de casona, sirve como aulas de la Facultad y salón para eventos solemnes; y las Cárceles, con la lectura más original del recinto, que ahora acogen a la Biblioteca “Dr. Nicolás León” de la Facultad de Medicina.

Fotografía de Brisceida López

Estos edificios, que un día estuvieron al borde del olvido, son ahora un testimonio vibrante de nuestro pasado. Y, al estar abiertos a la comunidad, también sirven como un recordatorio de que nuestro patrimonio histórico es para todos nosotros. Al apropiarnos de estos espacios, comenzamos a entender su importancia y a valorar la necesidad de su preservación.

Así, en medio de la ciudad en constante cambio, el Palacio de la Escuela de Medicina es un vívido emblema de nuestro pasado, un espejo a nuestra historia y un faro hacia el futuro.

A continuación, se presentan los nombres de algunos de los expertos que fueron personajes principales en este proyecto, gracias a los cuales se otorgó una nueva vida a este ícono de la arquitectura y memoria mexicana: doctor Germán Fajardo Dolci, Director de la Facultad de Medicina; maestro Luis Arturo González Nava, Secretario Administrativo de la Facultad de Medicina; doctora Nuria Díaz San Juan, Coordinadora Ejecutiva del Palacio; licenciado Maurilio Cabrera, Administrador del Palacio; doctor Xavier Cortés Rocha, Director del Proyecto (Facultad de Arquitectura); maestra en Arquitectura Coral Ordóñez, Coordinadora del Proyecto Ejecutivo y la Dirección Arquitectónica de la Obra (FA).

Fotografía de Carlos Díaz

Asimismo, el equipo del Proyecto Ejecutivo y la Dirección Arquitectónica de la Obra, conformado por el maestro Rodrigo García Manzano, la arquitecta Raquel Ramos Moreno, el maestro Luis Arturo Pérez López, y el ingeniero Jaime Martínez del Campo, asesor de instalaciones; el doctor Roberto Melli, y el ingeniero Roberto Sánchez Ramírez, líderes del equipo de especialistas en Ingeniería Estructural de Edificios Históricos, acompañados por los ingenieros Daniel Acevedo y Cecilia Sánchez; arquitecta María Inés González, Jefa del Departamento de Edificios Históricos de la Dirección General de Patrimonio Universitario; junto con el arquitecto Joel Ramírez y la maestra Carolina Cervantes, como supervisores de dicha instancia; y la arquitecta Xiutezca Garibaldi junto con el equipo de supervisión integrado por el arquitecto José Luis Fuerte Daza, la arquitecta Fabiola Reyes, el ingeniero Miguel Ángel Marín y el arquitecto Armando Cruz por parte de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.

Con información de la maestra en Arquitectura Coral Ordóñez, Coordinadora
del Proyecto Ejecutivo de Restauración del Palacio

Por Athziry Portillo