En el contexto de la obesidad y el riesgo cardiovascular, en México por cada 100 mil habitantes mueren 73 personas debido a cardiopatía isquémica, y 32 lo hacen por accidente cerebrovascular. Esto ocurre como consecuencia de la persistencia de malos hábitos alimenticios y una actividad física pobre. Sin embargo, no son los únicos aspectos que se valoran para determinar la salud cardiovascular de una persona.
“La Asociación Americana del Corazón (AHA) ha trabajado desde el 2010 en el consenso de un constructo que pueda evaluar de forma integral el estado de salud cardiovascular que puede tener una persona, para ello se incluyen factores y comportamientos como: índice de masa corporal, actividad física, consumo de cigarros, cifras de presión arterial, niveles de colesterol, glucemia y la alimentación; desde 2022 se ha introducido el sueño como un elemento nuevo para tomar en cuenta”, destacó el doctor Raúl Sampieri Cabrera, investigador y académico del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.
En el Seminario de Investigación a cargo de dicho Departamento, organizado y moderado por el doctor Ricardo Martínez Tapia, el ponente indicó que, de acuerdo con los resultados de investigación producto de este nuevo constructo, las personas que tienen solamente de 1 a 4 aspectos saludables de los 8 que evalúa la AHA, tienen una mayor predisposición a padecer diversos tipos de cáncer como pulmón, colon y mama. No obstante, también aumenta su riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular hasta en 9 veces más en comparación con una persona con un índice cardiovascular saludable. Contrario a lo que se cree, los factores genéticos no son tan influyentes como la alimentación y la actividad física para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Durante la ponencia realizada en el auditorio “Dr. Octavio Rivero Serrano” y transmitida por YouTube, el doctor Sampieri Cabrera explicó que realiza un proyecto en el que está evaluando los factores y comportamiento de salud cardiovascular en la comunidad estudiantil de la Facultad de Medicina, donde los resultados obtenidos hasta el momento muestran asociación con los reportes publicados en el promedio de la población.
Fotografías: Adrián Álvarez
“Tenemos estudiantes con hábitos de alimentación, sueño y actividad física de muy bajo nivel, a pesar de poseer los conocimientos de lo que esto puede implicar; los resultados muestran que esto se puede explicar por el ritmo que la misma licenciatura exige, por lo que hay que trabajar por construir entornos académicos saludables”.
Asimismo, se observa un bajo consumo de frutas y verduras, que es uno de los elementos con mayor evidencia en asociación con el desarrollo de enfermedades metabólicas. Con los resultados de esta investigación, queremos elaborar un informe para mostrarlo a las autoridades de la Facultad y buscar posibles soluciones que puedan favorecer un ambiente para mejorar hábitos como alimentación, actividad física y el estado mental de la comunidad estudiantil”, comentó el investigador.
Para concluir el evento, el ponente propuso implementar programas que fomenten la práctica regular del ejercicio físico, nutrición, así como incentivar la disponibilidad de opciones alimentarias saludables en los espacios de la Facultad.
Fernando Jacinto