“La taurina es un requerimiento fundamental a lo largo del desarrollo de un individuo, sin embargo, las bebidas energéticas no son una fuente óptima para la ingesta de este sulfo-aminoácido”, indicó el doctor Lenin David Ochoa de la Paz, académico del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante la décimo primera sesión del Ciclo de Conferencias sobre Ciencias Básicas, organizada por la Coordinación de Comunicación Social de la Facultad, el ponente habló acerca de este aminoácido descubierto en 1827 en la bilis del toro; además, explicó cómo se constituye, sus efectos en el organismo y las líneas de investigación en las que trabaja actualmente para descubrir la relación de este aminoácido en la neurogénesis.

“La taurina es un ácido beta aminoetanosulfónico, con un grupo amino y sulfónico en lugar de carboxilo como otros aminoácidos. Es soluble en agua, no participa en vías metabólicas y no es esencial. Se sintetiza en el hígado a través de la vía de la transulfuración, pero en cantidades limitadas insuficientes para sus funciones fisiológicas”, mencionó el experto durante la actividad transmitida en Facebook Live y YouTube.

“La taurina la obtenemos a través de la dieta para alcanzar las concentraciones necesarias (10-100 μM), esto gracias a una alimentación alta en proteínas como: carne, lácteos, huevo, queso, moluscos, salmón y calamar. Por otro lado, son pocos los estudios que avalan la presencia de taurina en vegetales, sin embargo, vegetales como shiitake (hongo comestible originario de Asia), ajo y perejil sí contienen taurina”.

El ácido beta aminoetanosulfónico o taurina es necesario para el desarrollo de los seres humanos desde los primeros años de vida y deficiencias en su administración pueden desencadenar retraso en la maduración, migración y diferenciación neuronal de la corteza y cerebelo; degeneración retinal; agregación plaquetaria y cardiomiopatías. Las fórmulas lácteas tienen taurina, al respecto el doctor Ochoa de la Paz aclaró que “debemos dejar de pensar en ella como una sustancia negativa o mala, ya que nos ayuda al correcto crecimiento, principalmente del sistema nervioso”.

En ese sentido, el investigador abordó el tema de las bebidas energéticas: “No tienen un aporte relevante de 2-aminoetanosulfónico, además de que la mayoría de los efectos de estas bebidas son ocasionados por la cafeína y el azúcar”.

Los efectos de la taurina ocurren en los tejidos excitables como retina, corazón, músculo o cerebro y esto se debe a que uno de los lugares donde actúa son los canales iónicos; además, posee las siguientes características: es un osmolito, actúa como antioxidante, es modulador de interleucinas, regulador de calcio y tiene funciones de factor trófico, por lo que puede interactuar con proteínas que actúan en procesos como la neurogénesis.

El expositor compartió los progresos logrados en su laboratorio investigando la relación entre la taurina y la neurogénesis: “Utilizamos ratones para experimentar, porque tanto humanos como ratones comparten zonas neurogénicas, específicamente la zona subventricular (ZSV). Aminoácidos como GABA, acetilcolina, glutamato y taurina actúan en los neuroblastos, participando en la producción de nuevas neuronas. El agregado de taurina en células de cerebro de ratones estimuló la formación de células neuronales con proyecciones de neuritas, indicando una maduración neuronal”.

Finalmente, el doctor Ochoa de la Paz concluyó que la taurina debe dejar de ser estigmatizada como una sustancia negativa y que se debe resaltar su valor por la importancia fisiológica que posee en diversos procesos del cuerpo como la neurogénesis.

Por Fernando Jacinto