“Las enfermedades parasitarias son muy importantes, ya que hay  una gran cantidad de personas infectadas por parásitos alrededor del mundo, y una parte significativa de estas patologías son crónicas, teniendo un impacto socioeconómico considerable, y causando la muerte entre sus consecuencias más graves”, aseguró la doctora Ana María Fernández Presas, responsable del Laboratorio de Ultraestructura de Parásitos y adscrita al Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

El pasado miércoles 28 de agosto, la Coordinación de Comunicación Social organizó la 8ª sesión del segundo ciclo de Conferencias sobre Ciencias Básicas, que en esta ocasión se enfocó al tema “Mecanismos de transmisión de las parasitosis”, donde la doctora Fernández Presas explicó que los parásitos que infectan al hombre pueden clasificarse  en parásitos intestinales y extraintestinales, con una amplia variedad de manifestaciones clínicas y que pueden afectar a niños, adultos, ancianos y sobre todo personas inmunocomprometidas.

Durante la conferencia transmitida por Facebook Live, se abordaron algunos de los factores de riesgo más relevantes para el desarrollo de estas enfermedades, como la deforestación/urbanización, el incremento del comercio, migración y viajes, el calentamiento global, la infraestructura de salud pública, vivienda, saneamiento y suministro de agua, todas estas características permiten a los vectores acercarse a la población.

“Los parásitos se catalogan en protozoarios, que son organismos unicelulares, y helmintos o seres multicelulares, algunos de los más interesantes según diferentes fuentes recopiladas son: Ascaris lumbricoides, un helminto que se estima afecta a casi 1,450 millones de personas en el mundo, las uncinarias, también helmintos que infectan a 1,300 millones de seres humanos o el parásito de la malaria, un protozoario, que perjudica a 250 millones de personas en la actualidad, todas estas enfermedades representan un gran número de muertes cada año”.

La académica mencionó que existen diferentes mecanismos de transmisión para estas patologías, algunos de ellos involucran el contacto directo, el fecalismo, el suelo, los artrópodos, es decir, organismos que fungen como transmisores biológicos, la ingestión de alimentos contaminados como carne de res, carne de cerdo, pescado o cangrejos, por trasplante de órganos y por vía transplacentaria, ejemplos que en combinación con factores como la mala higiene personal y de alimentos, el hacinamiento, riego con aguas negras, entre otros, facilitan el establecimiento de la infección.

Una de las parasitosis intestinales más importantes que se encuentran en el intestino delgado y que se transmite por el suelo, con el clima, humedad, pH y temperatura ideales para desarrollarse, es la causada por Ascaris lumbricoides, que además de las manifestaciones intestinales, puede ir al pulmón durante su ciclo de vida y causar el síndrome de Löffler, una entidad distinguida por síntomas respiratorios como tos, estertores y fiebre, es común que al ofrecerse tratamiento para la infección, los gusanos salgan por el ano.

Por otro lado, dentro de las parasitosis extraintestinales, encontramos al paludismo, una infección transmitida por la picadura del mosquito hembra del género Anopheles, donde los pacientes manifiestan problemas en el hígado y bazo que se evidencian como hepatomegalia y esplenomegalia, además de anemia y eventos de paroxismo palúdico, caracterizados por fiebre, escalofríos y sudoración intensa cada 48 a 72 horas dependiendo del tipo de parásito. Es importante saber que aún no está erradicado y si no se trata a tiempo puede causar la muerte.

Para concluir con la plática, la doctora Fernández Presas mencionó que existen medidas básicas para prevenir las infecciones parasitarias, desde evitar la defecación al ras del suelo, colocar mosquiteros cuando se visiten zonas endémicas de enfermedades transmitidas por artrópodos, hasta tomar los medicamentos específicos. También hizo énfasis en mantener una buena higiene tanto personal como de los alimentos y sobre todo evitar el consumo de carne y pescado crudo.

Por Tomás Ortega