Mi nombre es Erandi Abril Salas Romero, soy alumna del Plan de Estudios Combinados en Medicina (PECEM). Decidí estudiar Medicina por una fascinación profunda por la vida. Siempre me pareció increíble cómo tantos procesos físicos y biológicos se unen para hacerla posible, y quería entender cómo funciona el cuerpo humano, tanto en la salud como en la enfermedad. Pero lo que realmente me enamoró de esta carrera fue darme cuenta de que ese conocimiento no sólo satisface mi curiosidad científica, sino que también me permite ayudar a otros.
La carrera de Médico Cirujano me ha enseñado, ante todo, humanidad, la Medicina no sólo trata enfermedades, sino que acompaña, cura y, sobre todo, da esperanza. Como bien dice esa frase que tanto nos repiten: “La Medicina es la más científica de las humanidades y la más humana de las ciencias”.
He visto a pacientes en sus momentos más frágiles: al nacer, al enfermar, al sanar y, a veces, al partir. Esas experiencias te hacen valorar la vida de una manera distinta, te enseñan empatía y te recuerdan que, más allá de los diagnósticos y los tratamientos, un gesto de calidez humana puede ser igual de sanador. Para mí, la Medicina no es sólo una carrera; es una forma de vida. Cada día aprendo, cada día sirvo y cada día me convenzo más de que, con ciencia y humanidad, podemos transformar realidades.
Ser parte del PECEM ha sido un privilegio. Este programa no sólo me ha dado herramientas académicas de vanguardia, sino también una comunidad de compañeros y mentores que comparten mi pasión por la Medicina. Aquí he aprendido que la excelencia no se trata sólo de conocimientos, sino de cómo los aplicamos para servir a los demás.
Uno de mis mayores logros ha sido ver a pacientes recuperarse gracias a intervenciones en las que participé. No hay mayor satisfacción que escuchar un “Gracias, doctora” y saber que, de alguna manera, contribuiste a que alguien recupere su salud. En particular, trabajar con recién nacidos prematuros y ver cómo progresan hasta irse de alta con sus familias es una de las experiencias más gratificantes que he tenido.

Mis objetivos a corto y mediano plazo están centrados en la investigación y la atención clínica. Actualmente, trabajo en mi proyecto de doctorado, que busca revolucionar la detección temprana de enfermedades en recién nacidos en México. Imaginar que este trabajo podría mejorar la calidad de vida de tantos niños y sus familias es lo que me impulsa todos los días. A futuro, me gustaría especializarme en Cardiología Pediátrica, combinar la práctica médica con la investigación y, por qué no, dedicarme también a la divulgación científica para inspirar a más jóvenes.
Sobre el papel de las mujeres en la Medicina, me llena de orgullo ver cómo cada vez más mujeres incursionan en este ámbito y rompen barreras. Aunque aún hay desafíos -como la brecha salarial o el sexismo-, creo que, si trabajamos en equipo y nos apoyamos mutuamente, podemos crear un entorno más justo e inclusivo para las próximas generaciones de médicas.
La lección más importante que he aprendido es que, aunque la disciplina y la resiliencia son clave, no podemos descuidar nuestro bienestar. Necesitamos redes de apoyo -familia, amigos, colegas- y recordar que, antes que médicos, somos seres humanos con necesidades físicas y emocionales.
Actualmente, trabajo en mi tesis doctoral en el Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (UNAM Juriquilla), donde desarrollo un tamizaje neonatal genómico para detectar enfermedades genéticas en población mexicana. Antes de esto, participé en proyectos de bioinformática y cáncer, pero éste en particular me apasiona porque podría cambiar la forma en que abordamos la salud neonatal en nuestro país.