El 60% de las y los estudiantes de Medicina en México ha reportado haber experimentado síntomas de algún trastorno de salud mental durante su formación académica, una realidad que motivó a investigadores y docentes del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM a implementar un programa de intervención tutorial centrado en la creación de entornos académicos saludables.

La doctora Julieta Garduño Torres, Jefa de dicho Departamento; la doctora Diana Patricia Guízar Sánchez, Profesora Titular A; la doctora Adriana Robles Cabrera, docente y Coordinadora de Enseñanza; y el doctor Raúl Sampieri Cabrera, Profesor Titular A, compartieron su visión al realizar esta novedosa dinámica, en la cual las y los estudiantes se convirtieron en actores activos en la reflexión sobre temas como la resiliencia, los modelos de vida y la vocación profesional.

La doctora Diana Patricia Guízar explicó que el programa surgió de una preocupación compartida entre las y los docentes por el impacto de la salud mental en el bienestar, desempeño académico y profesionalización del alumnado: “Nos dimos cuenta de que muchos programas que hay son reactivos, buscan atender problemas existentes. Esta estrategia busca prevenir, fortalecer factores protectores y acompañar al estudiante dentro del Departamento, integrando el programa dentro de la asignatura”.

El doctor Raúl Sampieri añadió que el interés genuino provino de la identificación de situaciones críticas relacionadas con la salud mental de las y los alumnos por parte de las y los docentes, y en ocasiones por parte de los mismos compañeros.

Ante ello, la doctora Julieta Garduño destacó el interés del Departamento en agregar la promoción del bienestar y atención de la salud mental de las y los alumnos a la planeación de la materia de Fisiología, dedicando un tiempo específico a brindarle a las y los estudiantes un entorno saludable para su desarrollo integral.

Como parte de los objetivos del programa, la doctora Guízar destacó el diálogo horizontal entre estudiantes y docentes, así como entre los propios alumnos, para mejorar la comunicación y la detección temprana de problemáticas, fomentando la prevención y el apoyo conjunto.

La doctora Adriana Robles hizo énfasis en que esta iniciativa no es una herramienta diagnóstica, ni reactiva, sino que busca orientar a alumnos y docentes a identificar dentro de sus círculos a las personas que están en riesgo de desarrollar afecciones a su salud mental como lo es la depresión y la ansiedad.

El doctor Raúl Sampieri señaló la importancia de hacer partícipes a las y los estudiantes de su propio bienestar mental y de su entorno: “Se busca normalizar la conversación sobre salud mental y romper el estigma, promoviendo el autocuidado, la autoayuda y el apoyo mutuo entre compañeros”, recalcó. También mencionó la integración de estos aspectos en las competencias de aprendizaje autorregulado y permanente.

En cuanto al ambiente que se formó durante la actividad y los resultados obtenidos del estudio, se reveló que, aunque los participantes valoraron positivamente la intervención, existieron retos perfectibles en futuras intervenciones. Así lo mencionó la doctora Robles, quien añadió: “Nos dimos cuenta que había 2 grandes grupos en cuanto a la respuesta, un grupo al que le costó muchísimo trabajo interactuar y otro grupo que fue muy abierto, que sí compartieron sus experiencias y que enriquecieron de alguna manera importante esta intervención. Con esto nos dimos cuenta que una parte fundamental era la dinámica previa de grupo, y cómo era la relación con el docente”.

El doctor Sampieri abordó el impacto esperado del programa: “Creo que puede ayudar al desarrollo de la persona. Los profesores estamos para enseñar lo que sabemos, pero también para formar gente, el estudiante está aquí para aprender una disciplina, pero también para ser mejor ciudadano. Y ese es el impacto y resultado esperado, construir estos entornos académicos por ambas vías, desde el profesor hacia el estudiante, del estudiante al profesor y fomentar la comunidad.

Por su parte, la doctora Guízar dijo: “Brindar habilidades de comunicación, y de reconocer sus propias emociones, va a ayudar en cualquier especialidad o como médico general, al estar frente al paciente, teniendo un trato más humano, y esperamos ese sea un impacto positivo de esta actividad”   

La doctora Robles señaló que, aunque es difícil medir el impacto a largo plazo de las intervenciones en salud mental, ya se está observando un cambio significativo en un grupo específico de estudiantes: aquellos que son más vulnerables a desarrollar problemas de salud mental. Destacó que estos jóvenes se están sintiendo atendidos, reciben seguimiento y herramientas que les permiten afrontar sus situaciones. Subrayó la importancia de no normalizar el malestar emocional, ya que eso puede ocultar riesgos graves como el suicidio. Finalmente, resaltó que, aunque las crisis puedan repetirse en el futuro, estos estudiantes contarán con la experiencia previa de haber recibido apoyo, sabrán a dónde acudir y comprenderán la importancia de cuidar su salud mental.

En su oportunidad, la doctora Julieta Garduño hizo un llamado a no delegar toda la responsabilidad del bienestar emocional y mental exclusivamente al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, ya que todos los miembros de la comunidad tienen un rol importante. Destacó que la manera en que los profesores conducen sus clases influye directamente en cómo se sienten los estudiantes. Por ello, propuso unir esfuerzos entre departamentos para ampliar el alcance de las acciones y asegurar que las y los estudiantes estén bien atendidos. Además, mencionó la colaboración con un centro de ayuda psicológica externa como un esfuerzo adicional para ofrecer apoyo accesible, a distancia y de bajo costo, lo cual representa un importante factor de protección para la comunidad estudiantil.

Jorge Ugalde