A menudo en la vida nos encontramos con el dilema del camino corto y el camino largo, del camino recto y el camino con pendientes, del camino a pie y el camino a ruedas.

¿Y cuál debemos elegir? No se sabe que hay al final de la vereda, no se sabe si es que valdrá o no la pena; lo único cierto es que según el camino elegido, forjaremos del esfuerzo un sentido y en la humildad un amigo. Sólo al que le cuesta subir la pendiente, saborea y comparte el ondear la bandera desde la cima, sólo el que elige llegar a pie podría compartir sus zapatos para que otro evite sus llagas, sólo el que elige caminar antes de correr sabe lo que es apreciar el paisaje.

El envejecimiento es eso, elegir el camino correcto para apreciar cada paisaje de la vida, y la Fisioterapia es su bastón, pero más que eso, es esa pendiente que se inclina para aumentar el esfuerzo y los motivos para llegar. La Fisioterapia es esos zapatos que se quieren compartir para cruzar la meta junto a alguien; la Fisioterapia es ese camino largo que se debe recorrer a pie, porque sin importar la edad, cuando se llega al final, se le agradece cada paso a marcar y cada amigo con el que se puede bailar.

*Alumna de la Licenciatura en Fisioterapia