La Cábala es una disciplina que estudia cómo funciona el universo y el ser humano, y qué es el mal; lo cual conduce al autoconocimiento interior, un aprendizaje en el que cada persona puede y debe encontrar sus fortalezas y sus debilidades.

En este sentido, Mario Javier Sabán, con doctorado en Filosofía, Antropología, Historia, Teología y Matemáticas Aplicadas, explicó que la mística hebrea nació aproximadamente hace 2 mil 300 años, en Judea, entre los siglos II y III antes de Cristo. Tiene dos preguntas fundamentales, ¿por qué nació el universo? y ¿qué sentido tiene la vida? Básicamente analiza los niveles del alma, y los niveles de contracción de las energías del universo; también examina el conocimiento, el libre albedrío, y el mal; de la misma forma, trata de aprender a desarrollar los máximos niveles de conciencia.

Durante la conferencia Las aportaciones de la mística judía a la salud mental, impartida en el auditorio “Dr. Ramón de la Fuente” como parte de la actividad cultural de la Facultad de Medicina, el especialista afirmó que “La mística trabaja desde el punto de vista de lo que se llama la Cábala, no sólo en la salud mental, sino en el potencial del Yo y del alma. La salud mental es la oscilación entre el equilibrio psíquico y el aumento de nivel de conciencia”

El doctor Sabán presentó su trabajo sobre el diseño de las aplicaciones psicológicas de la Cábala y, en particular, sobre el símbolo del Árbol de la Vida, el cual puede operar como símbolo psicológico o cosmogónico. Cuenta con 10 dimensiones o atributos (serirot): Kéter (La corona. Providencia equilibrante), Jojmá (La sabiduría), Biná (La inteligencia siempre activa), Jésed (La misericordia. Grandeza), Gevurá (La justicia. Fuerza), Tiféret (La belleza), Netsaj (La victoria de la vida sobre la muerte), Hod (La eternidad del ser. Gloriam), Yesod (El fundamento. La generación o piedra angular de la estabilidad) y Maljut (El reino. Principio de las formas).

“La Cábala nos ayuda a liberarnos de los condicionantes materiales, explica cómo liberar al Yo de todos los condicionamientos que tiene en esta realidad material. Y cuando el Yo siente que vive dentro de este proceso infinito, ya nada ni nadie lo puede frenar. Al contrario, todo freno se convierte en un obstáculo que acelera al Yo a crecer más allá de sí mismo. Es la trasmutación del mal en bien”, mencionó.

Por ello, la materia en sí misma no es negativa, sin embargo, cuando una persona se obsesiona por sus objetivos reduce su felicidad a momentos finitos. Todo lo finito, por su propia limitación, no conduce a ningún sitio, “somos nosotros los que la manipulamos, la controlamos, la sometemos y la desviamos de la función que debe tener”, puntualizó.

En conclusión, la Cábala es una cosmovisión general de la realidad, los métodos de ésta cambian la percepción del nivel de conciencia para alcanzar la felicidad, el ser humano al sentirse feliz desarrolla todo su potencial y cuenta con un mapa, que funciona como un GPS del alma y se llama Árbol de la Vida, el cual equilibra las energías de su interioridad.

Samantha Cedeño