La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica que afecta a niños y jóvenes con mayor frecuencia y que cursa con episodios de pérdida de conocimiento, acompañados de contracciones musculares y, en ocasiones, de eventos de ausencia en donde los pacientes realizan actividades sin darse cuenta. Las crisis no son tan graves como las situaciones que pueden ocurrir durante ellas, como caídas, accidentes de tránsito, quemaduras, entre otros. Una persona con epilepsia tiene hasta 20 veces más probabilidades de sufrir un accidente grave que una persona sana.

En este sentido, los doctores Francisco Velasco Campos y Pablo Saucedo Alvarado, investigadores del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”, realizan estudios relacionados con la estimulación eléctrica de la corteza parahipocampal en el tratamiento de la epilepsia temporal mesial, utilizando neuroestimuladores, los cuales son dispositivos implantados al tejido cerebral que estimulan eléctricamente áreas del cerebro precisas con pulsos que inhiben la actividad epiléptica en el cerebro.

Durante la conferencia Aplicaciones clínicas del PET en enfermedades neurológicas, como parte del Seminario Mensual de Medicina Nuclear e Imagen Molecular de la Facultad de Medicina, los especialistas explicaron que a través de estudios de tomografía por emisión de positrones (PET), inyectando sustancias que se identifican por su radioactividad y que intervienen en la inhibición de la actividad metabólica o de neurotransmisores inhibitorios (GABA), es posible determinar el efecto de la estimulación cerebral (neuromodulación) en el control de la actividad epiléptica.

“Encontramos que la corteza alrededor del sitio de inicio de la crisis (foco epiléptico) se activa demasiado y, en el intervalo entre las crisis, la actividad neuronal se mantiene disminuida por un mecanismo dependiente de GABA; así uno puede determinar mediante un estudio de invasión mínima el sitio preciso de inicio de las crisis”, indicó el doctor Saucedo Alvarado.

Este tipo de tratamiento es llamado neuromodulación, sin embargo, la esclerosis del tejido epiléptico en el hipocampo del lóbulo temporal, que es una forma de cicatriz, muchas veces originada por periodo de anoxia al momento del nacimiento, interfiere con el mecanismo de la neuromodulación haciéndola menos eficaz.

Los efectos terapéuticos en este nuevo blanco quirúrgico muestran una disminución de las crisis entre 65 y 90 por ciento, pero lo más importante es que las crisis residuales son sin pérdida de conocimiento (que son poco incapacitantes) y que las crisis generalizadas de tipo “ausencia” y/o las convulsiones tónico clónicas mejoraron entre 85 y 100 por ciento, detallaron los especialistas.

El objetivo de la neuromodulación es corregir las funciones atípicas sin deteriorar las funciones propias del cerebro. Por ello, en los pacientes tratados no sólo se ha resuelto su padecimiento, sino que también se mejoraron sus capacidades cognitivas como las memorias visuales y verbales. “En un futuro podríamos sustituir los pulsos eléctricos por sustancias químicas específicas que hicieran una función inhibitoria mucho más selectiva”, adelantó el doctor Velasco Campos.

Samantha Cedeño