Conferencia organizada por la Licenciatura en Neurociencias

#FelSalud2019

La epilepsia es un trastorno neurológico crónico caracterizado por la presencia de crisis convulsivas recurrentes no provocadas. Se trata de una enfermedad tratable con medicamentos, con los que en la gran mayoría de los casos se logra un control de las crisis epilépticas y permiten a los pacientes tener una adecuada calidad de vida. Sin embargo, en uno de cada cuatro esta respuesta no se obtiene (epilepsia refractaria) por lo que debe evaluarse la posibilidad de intervención quirúrgica.

«El objetivo de la cirugía de epilepsia  es obtener un adecuado manejo de las crisis convulsivas sin afectar la función cerebral, generando un impacto positivo en la calidad de vida de la personas”, asegura el doctor Bayron Alexander Sandoval Bonilla, neurocirujano del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Por su parte, el doctor Julio César Pérez Cruz, académico de la Licenciatura en Neurociencias de la Facultad de Medicina, explicó que “el cerebro contiene fibras con diferentes conexiones y orientaciones”, por ello la importancia de ubicar las estructuras internas y sus relaciones para efectuar el manejo con el menor número de complicaciones.

El doctor Sandoval Bonilla indicó que el proceso de selección del paciente candidato a cirugía requiere de un grupo multidisciplinario que formule y confronte hipótesis a partir de estudios clínicos, neurofisiológicos y de imagen, para que de esta manera identifiquen el lugar del cerebro a partir del cual se originan las crisis refractarias, denominada zona epileptogénica.

Cuando dicha zona se encuentra o está cercana a un área cerebral que tiene una función específica (lenguaje, memoria, control motor, entre otras) y que es indispensable o deseable preservar, existe una herramienta para localizarla, el mapeo cerebral. Este recurso se ejecuta mientras la persona es operada, indicando al paciente realizar tareas específicas para una función determinada (por ejemplo, identificar una imagen en una prueba de lenguaje), mientras el neurocirujano aplica diversos tipos de corrientes eléctricas en un ambiente controlado, para verificar que no existan alteraciones derivadas del procedimiento