El brote de COVID-19 en todo el mundo cambió la forma en que nos comunicamos, en que hacemos las tareas cotidianas y hasta la forma de cuidarnos. A nivel médico se requirió el uso de equipo de protección personal (EPP) para evitar contagios, sin embargo, cuando se utiliza en turnos prolongados, con un mal ajuste o presión excesiva, provoca diversos daños en la piel.

“La enfermedad daña a todos los niveles, y los cambios cutáneos iniciales, paralelos o posteriores a la enfermedad no son la excepción. En el área médica se presenta por el equipo de protección a través de diferentes dermatosis”, explicó la doctora Rosa María Ponce Olivera, Académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, en el webinar “Manifestaciones cutáneas por COVID-19”.

Tan sólo en China, indicó la especialista, se encuestaron a 376 médicos con respecto a las consecuencias de utilizar el EPP, y se encontró que el 74.7 por ciento tuvo reacciones adversas en la piel. Las dermatosis más comunes fueron las xerosis o escamas con el 68.8 por ciento; las pápulas o eritemas con el 60.4 por ciento; y la maceración con el 52.9 por ciento. Asimismo, las regiones más afectadas fueron las manos con el 84.6 por ciento, las mejillas con 75.4 por ciento, y el puente nasal con 71.8 por ciento.

Para tratar estas manifestaciones en la cara, la doctora Ponce Olivera recomendó el lavado con jabones sintéticos, antimicrobiales o lociones limpiadoras libres de lípidos; en el caso de las manos, por el uso prolongado de los guantes, se deben utilizar emolientes que contengan ácido hialurónico, ceramidas, vitamina E y alrededor de 70 por ciento de lípidos.

Asimismo, para proteger la cara de las mascarillas N95, aconsejó usar cremas humectantes, cremas de barrera como vaselina (petrolato), spray de barrera, crema de dimeticona y, en la medida de lo posible, tener una barrera protectora entre el cubrebocas y la piel.

Por otro lado, apuntó que la infección por SARS-CoV-2 puede provocar manifestaciones cutáneas, presentándose hasta en un 20.4 por ciento de los pacientes; en el 55 por ciento de éstos aparecieron durante la hospitalización y el 45 por ciento al inicio de la enfermedad.

Las formas más típicas de representación son exantemas o rash eritematoso en el tronco del cuerpo; las lesiones acro-isquémicas en manos y pies; erupciones similares a pitiriasis rosadas, dengue, eritema y pseudoangiomatosis eruptiva en miembros inferiores. Todas éstas pueden evolucionar.

“El tratamiento de las manifestaciones cutáneas es fundamentalmente sintomático. En el caso del exantema, la erupción urticariforme o la erupción vesiculosa se pueden pautar antihistamínicos, emolientes, antisépticos y corticoides tópicos cuando existe sintomatología importante; mientras que para las lesiones acro-isquémicas sería un tratamiento con heparina de bajo peso molecular”, recomendó la doctora Ponce Olivera.

Eric Ramírez