Los cadáveres de personas o las partes de ellos son recursos materiales con los que estudiantes de pregrado e investigadores hacen prácticas. Por ello, es importante mantenerlos en un estado ideal, de lo contrario los calendarios temáticos podrían retrasarse.

El doctor Diego Pineda Martínez y el Departamento de Innovación en Material Biológico Humano de la Facultad de Medicina, a su cargo, han desarrollado una técnica de restauración en donde los componentes fisiológicos se hidratan para tener un mejor uso y posibilidades de experimentación y reconocimiento. Al tener un grado de eficacia considerable, el método ya está en proceso de patentarse.

“Tuvimos un feto del que no podía tomar ninguna huella dactilar porque las manos las tenía en una posición donde los dedos no me lo permitían y, estaba tan rígido, que si intentaba sacar una huella de un dedo, lo iba a fracturar. Con la rehidratación, el tejido se fue ablandando hasta que los dedos cedieron y pude tomar la huella. Para nosotros fue un gran logro porque, además, nos puede ayudar en temas de identificación de cuerpos”.

Dr. Diego Pineda

“La restauración se ha vuelto muy popular debido a que las escuelas tienen una gran dificultad para adquirir nuevos cadáveres, prácticamente trabajan con los que han tenido durante muchos años. Son cuerpos que por el uso se han contaminado con hongos y bacterias, al grado que prefieren no usarlos, pero son piezas que tienen un valor incalculable. Entonces buscamos rescatarlas, en vez de eliminarlas y desecharlas”, explicó el doctor Pineda Martínez.

El equipo comenzó restaurando huesos y algunos órganos dañados, pero se dieron cuenta de que había fetos momificados con los cuales era imposible hacer algo. Fue en ese momento cuando observaron cómo la técnica de restauración ayudaba a rehidratar los tejidos, y eliminaba el polvo y la suciedad.

Sin embargo, el proceso seguía siendo muy pobre, pues se requería de mayor calidad para tener materiales funcionales. Fue entonces que, a partir del trabajo de investigación bibliográfica y experimental, comenzaron con un sinfín de pruebas donde agregaban diferentes sustancias a los cuerpos en descomposición, hasta que lograron los resultados que deseaban.

La rehidratación tiene un uso educativo en pregrado, especialmente para realizar prácticas de fetometrías, actividad en la cual, a través de la medición de las partes del cuerpo de los fetos, como la cabeza, el diámetro cefálico y el diámetro entre la cabeza y los pies, se puede determinar la edad gestacional del cuerpo.

“Pensar en hacer esa práctica con los alumnos era imposible, porque si teníamos un feto contaminado y en mal estado, inmediatamente lo descartábamos y se quedaba en bodega. Si ahora lo rescatamos se puede utilizar con fines docentes. Existen muchas piezas abandonadas que podremos volver a utilizar”, aseguró el doctor Pineda Martínez.

Eric Ramírez