El peyote, un pequeño cactus endémico de México, cuya sustancia alucinógena se llama mescalina, es una de las especies más utilizadas en ceremonias rituales de pueblos originarios. Su registro más antiguo data de alrededor de 5 mil 700 años. Como ésta, otras plantas, consideradas sagradas por algunas culturas del mundo, están bajo la lupa científica debido al potencial terapéutico que se ha demostrado en trastornos como la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias.

El doctor Rodrigo Pérez Esparza, jefe del Laboratorio de Investigación en Adicciones del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”, explicó que actualmente se están realizando diversas investigaciones a nivel mundial para estudiar las “plantas sagradas”.

Por ejemplo, la ayahuasca, que en ceremonias de pueblos indígenas amazónicos es preparada junto con otras plantas que también contienen sustancias psicoactivas, ha sido estudiada en la Universidad de Sao Paulo, en Brasil. “El equipo del Departamento de Neurociencias y Conducta ha publicado resultados que muestran, tras una administración única del preparado, la mejoría rápida y sostenida en síntomas depresivos y ansiosos».

Por otra parte, los hongos alucinógenos, de uso ceremonial para las culturas mesoamericanas precolombinas, tienen como agente activo la psilocibina, “cuyas propiedades antidepresivas han sido estudiadas por el equipo del doctor David Nutt en el Imperial College en Londres, Inglaterra”.

Durante el Viernes Cultural de la Facultad de Medicina de la UNAM, el doctor Pérez Esparza señaló que, en la actualidad, las herramientas terapéuticas en el campo de la salud mental son limitadas. “En el ejemplo de la depresión, sabemos que hasta un tercio de los pacientes no se beneficiarán de las terapias y los medicamentos, y el tiempo que se requiere para lograr un efecto terapéutico puede ser muy prolongado […]. Las plantas y algunos otros agentes con propiedades psicodélicas son promisorios, pues han logrado aliviar los síntomas en horas y generado cambios benéficos a nivel neuronal de manera duradera. Sin embargo, aún falta mucha investigación al respecto”, apuntó.

Mariana Montiel