“La salud sexual es aquella que permite que todas las personas vivan la sexualidad sin temores ni riesgos relacionados con enfermedades de transmisión sexual o embarazos no planeados. Incluye todos los aspectos relacionados con el aparato reproductivo, sus funciones y procesos”, refirió la maestra Lourdes Enríquez Rosas, coordinadora del área de derechos sexuales y reproductivos del Programa Universitario de Bioética de la UNAM.

En el Seminario Permanente de Género y Salud, organizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, explicó que el derecho a la salud sexual está relacionado con otros derechos como la no discriminación, la información, la educación, la igualdad diferenciada, una vida libre de violencia, la privacidad,  la intimidad, el trato digno, la integridad física, psíquica y moral, y la autonomía reproductiva, que implica una maternidad libremente elegida; es decir, la toma de decisiones sobre el propio cuerpo.

Aunque las leyes y los convenios internacionales los abordan, estos derechos no llegan de facto a la vida de las mujeres, por lo que destacó la necesidad de “nombrar, visibilizar y politizar las injusticias, las desigualdades y exclusiones para exigir al Estado garantizar su cumplimiento. Buscar justicia en colectivo, desde una Ética del cuidado del otro y la otra”. La también profesora de la Cátedra Unesco en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, ejemplificó que, en México, las diferencias en las leyes de los estados aunadas a la carencia del derecho a la educación afectan gravemente a las mujeres, sobre todo las que viven en zonas rurales. “No saben cómo es el proceso de embarazo y cuando les sucede un parto prematuro son encarceladas. Muchas veces no saben ni de qué las acusan. Eso también tiene que ver con los derechos sociales y reproductivos”.

Mariana Montiel