Se entiende el patriarcado como la forma de interacción que se institucionaliza y repite constantemente para privilegiar a los hombres; estos privilegios asignados, se basan en la manera en que se reproduce el sistema político y a su vez se relaciona con la heteronorma, entendida como la repetición de prácticas localizadas y centralización institucional que legitima a la heterosexualidad. Ambas van a permitir que haya interacciones que se vuelven hábitos, resultando en su legitimación”, aseguró el doctor Ignacio Lozano Verduzco, académico en la Universidad Pedagógica Nacional.

La violencia de género se presenta en todos los ámbitos en los que se desarrolla el ser humano; de acuerdo con estadísticas nacionales, 43 por ciento de las mujeres dijeron haberla sufrido en el hogar a lo largo de su vida, 23 en el ámbito escolar, 26.6 en lo laboral, y 37.7 por ciento en la comunidad (incluye transporte y vía públicos).

La desigualdad de género sólo es posible cuando hay ejercicio de poder de unos cuerpos sobre otros y ese poder se relaciona directamente con los pactos patriarcales que son acuerdos implícitos o explícitos que no incluyen a las mujeres y resultan en una serie de privilegios en distintos escenarios, desde el hogar en la realización de las labores domésticas, en el centro laboral -cuando por el mismo trabajo que hacen los hombres tienen un sueldo más bajo-, hasta en la vía pública, en donde las mujeres suelen ser violentadas”, mencionó el doctor en Psicología.

En cuanto a la violencia de género contra las mujeres, más de 40.5 por ciento de ellas ha vivido violencia emocional y 6.5 por ciento violencia sexual, la mayoría de las veces a manos de un hombre. Respecto a la salud, las estadísticas indican que entre 5 y 14 por ciento de ellas han pensado en quitarse la vida como consecuencia de ser víctimas.

“Si queremos transformar la violencia de género, que también vivimos los hombres, necesitamos renegociar y resignificar la masculinidad y la hombría para movernos en un espacio que no implique daños en nuestros cuerpos; además, modificar a las instituciones educativas y transformar el currículum para formar docentes en otras lógicas desde los derechos humanos con sabiduría, es decir, perder el miedo a otras formas de ser”, concluyó el especialista en el Seminario Permanente de Género y Salud, organizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina.

El trabajo doméstico no remunerado contribuye en un 15 por ciento al producto interno bruto. En México 3 por ciento de los hombres en comparación con 8 por ciento de las mujeres realizan trabajos en el hogar, es decir casi tres veces más, por lo que 65 por ciento del total de horas trabajadas por ellas pertenece a las labores del hogar no remuneradas.

Diana Karen Puebla