Existen muchas formas de pertenecer a la máxima casa de estudios del país; una de ellas es a través del trabajo. Aquellos que administran los recursos, quienes cuidan a su comunidad, personas que brindan alimento a cada estudiante y trabajadores que se despiertan a diario muy temprano para tener en orden cada rincón de las instalaciones.
María Inés González Gómez es multicopista en el Palacio de la Escuela de Medicina y este año, junto con sus compañeras, cumple 25 años de servicio a la UNAM, resultado de su constancia y entrega diaria. “Me saben a gloria, porque realmente es una gran satisfacción trabajar dentro de esta institución, que me ha dado la posibilidad de sacar adelante a mis cuatro hijos”, indicó.
El camino de algunos trabajadores inicia en labores de limpieza, o como auxiliares de la misma área. Es ahí cuando la Universidad, fiel a su filosofía de estimular e impulsar a su comunidad, tiene cursos para que continúen estudiando, preparándose y, posteriormente, puedan alcanzar puestos más altos.
“Entré a trabajar aquí a los 32 años de edad y, gracias a las oportunidades que tenemos, he podido llegar hasta donde estoy. He tomado 22 cursos que me acreditan como técnica; es muy bonito poder superarse a una misma y es grato porque una llega hasta donde quiere”, señaló Teresa Cadena González, técnica en audiovisual.
En tanto, Luz Marina Acosta López, secretaria de Archivo Histórico del Palacio, cuenta que su sueño siempre fue pertenecer a la UNAM y una vez dentro, ha tenido experiencias de todo tipo que la han hecho aprender y escalonar a puestos donde ella se siente cómoda. “Para mí es un orgullo ser parte de esta institución, porque estoy trabajando para la Universidad, con ella y en ella”, declaró.
Norma Morales Hernández, jefa de Sección en el Departamento de Recursos Humanos, inició en el Instituto de Investigaciones Biomédicas como secretaria. Ella se fue reclasificando hasta lograr su cargo actual, en donde tiene mayores responsabilidades. “El reto más grande estos 25 años ha sido llegar a ocupar mi puesto actual, porque es el resultado de muchos años de entrega y representa una gran responsabilidad. Como jefa de Sección debo hacerme cargo de documentos que involucran directamente a varios compañeros”, explicó.
Librada Hernández Hernández, por su parte, es vigilante en el Palacio de la Escuela de Medicina y se siente agradecida por sus dos décadas y media, que le han permitido sacar a sus hijos adelante, y a la vez tener el tiempo de convivir con ellos.
“Quienes llegamos aquí, desde el primer momento, sabemos lo importante que somos. Nos esforzamos en hacer nuestro trabajo con gusto y profesionalismo porque la Universidad lo recompensa con la oportunidad de seguir creciendo. Por ello, hay que cuidar y respetar sus instalaciones, sea cual sea el ámbito en donde nos desempeñemos”. Trabajadoras del Palacio de la Escuela de Medicina.
Eric Ramírez