La atención prehospitalaria debe ser proporcionada por profesionistas que brinden la posibilidad de dar un tratamiento a una persona que está enferma o lesionada, por lo que quienes se dedican a esta actividad deben ser personas con conocimientos en la materia, que puedan aplicar y dar un manejo adecuado del paciente para después entregarlo al nivel hospitalario y tenga más probabilidades de sobrevivir, indicó Brenda Yolet Delgado Chávez, Técnico Superior Universitario en Emergencias, Seguridad, Labor y Rescates (TSUESLR) y miembro activo del Escuadrón de Rescates y Urgencias Médicas (ERUM) de la Ciudad de México.
En su plática transmitida a través de Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, la experta explicó que el equipo básico que utilizaban antes de la pandemia consistía en goggles, cubrebocas, guantes y un uniforme tyvek; pero con la llegada de la COVID-19 tuvieron que usar un equipo de protección personal que consta de un traje tyvek, una bata quirúrgica, una mascarilla N95, goggles, careta, dos pares de guantes y botas quirúrgicas, que utilizan por periodos prolongados de tiempo y que muchas veces los llevan a tener deshidratación y un mayor desgaste físico, además tuvieron que capacitarse para la colocación y retiro del equipo.
Por su parte, el Técnico en Urgencias Médicas (TUM) Alberto Vigueras Ramírez, quien colabora en el ERUM, recordó que el escuadrón inició en el año 1973 con el nombre de ESURA y ha tenido una evolución relacionada con la profesionalización del personal, que se ha dado con una capacitación continua.
Asimismo, señaló que en las ambulancias del ERUM utilizadas para traslado de pacientes con COVID-19 se necesitan cuatro personas para poder atender la emergencia: un operador, el jefe de servicio, el responsable de atención prehospitalaria y un paramédico. Ellos se encargan de hacer el aislamiento del paciente en la cápsula y de trasladarlo al hospital.
La TSUESLR Delgado Chávez realizó una demostración de cómo se colocan el equipo de protección personal para atender a un paciente confirmado de COVID-19 o con sintomatología. En tanto, el TUM Vigueras Ramírez advirtió que “es importante que tomen en consideración que este equipo es de un solo uso, una vez utilizado se desecha, ya que estuvo en contacto directo con un paciente con COVID y se deposita en un bote rojo de RPBI”.
Asimismo, explicaron que una vez que están equipados ingresan al lugar donde se encuentra la persona, evalúan signos y síntomas para saber si puede ser trasladada a un hospital. Dos de los signos importantes que evalúan son la saturación de oxígeno y la temperatura, si la saturación es menor a 85 por ciento y la temperatura mayor a 37.5ºC se le pregunta al paciente si desea ser trasladado. También averiguan si presenta otros síntomas, como dolor muscular, dolor de cabeza, sudoración excesiva, diarrea y dificultad para respirar.
Para concluir la charla, los paramédicos hicieron una demostración de cómo se retiran el equipo de protección.
Janet Aguilar