Durante la pandemia, el confinamiento y la obesidad han tenido una importante relación, ya que la cantidad de calorías para hacer las actividades diarias es menor, pero factores como la ansiedad, el estrés y el sedentarismo, predisponen al individuo a tener una mala alimentación y nutrición, lo que supone un riesgo aumentado para el desarrollo de esta enfermedad, pero también en el desarrollo de infecciones.

Sobre las generalidades de la obesidad, el doctor Daniel Pahua Díaz, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, mencionó que se trata de una enfermedad multifactorial con una gran importancia en la sociedad, dado que cada factor que interactúa en la vida del individuo tiene un papel importante en el desarrollo y desenlace de esta patología.

Durante la charla “COVID-19 y obesidad” transmitida por Facebook Live de la Facultad, destacó que antes de la pandemia se habían descrito seis tipos de coronavirus capaces de infectar al ser humano y, de éstos, dos fueron aislados en los últimos años, ya que fueron responsables de brotes epidémicos en Asia y Europa. Respecto al rol del sobrepeso y la obesidad en esta patología, el experto agregó que ambas entidades debilitan al sistema inmunológico, debido a que mantienen al cuerpo en un estado persistente de inflamación, llamado “meta inflamación”, ya que el paciente no la siente, pero se produce daño de manera importante en ciertos órganos, lo que afecta a la respuesta defensiva del cuerpo.

“La obesidad y la consecuente inflamación están asociadas a ciertas enfermedades y aumentan la susceptibilidad del individuo a contraer diversas infecciones, como SARS-CoV-2; donde pueden participar diversos mecanismos como la respuesta inmune deteriorada, alteraciones inflamatorias y la fisiología respiratoria afectada. Además, se ha reportado que las personas mayores de 60 años con comorbilidades como obesidad, diabetes e hipertensión tienen mayor riesgo de presentar complicaciones graves por COVID-19; asimismo, este grupo de pacientes tiene casi dos veces más probabilidades de desarrollar las formas severas de COVID-19 al ingreso hospitalario, comparado con las personas sin estas enfermedades. Esta situación explica la razón de la mortalidad tan elevada en este grupo de pacientes”, agregó el especialista.

Asimismo, explicó que, entre otros factores, las patologías físicas que hacen que las personas con obesidad sean vulnerables a COVID-19 severo comienzan con la mecánica, ya que la grasa abdominal empuja hacia arriba al diafragma, comprimiendo a los pulmones y produciendo una restricción en el flujo de aire. “Además, las personas con obesidad que han contraído SARS-CoV-2, tienen un 100 por ciento más probabilidades que las personas de peso saludable de ingresar al hospital, un 74 por ciento más probabilidades de ser ingresadas a una unidad de cuidados intensivos y un 48 por ciento más probabilidades de morir”, apuntó el investigador.

Finalmente, el doctor Pahua Díaz indicó que, para prevenir y tratar la obesidad, se debe incidir de manera oportuna en la dieta, aumentando el consumo de agua, frutas, alimentos ricos en fibra, grasas saludables y verduras, y evitar el consumo de alcohol, carne roja y alimentos ultraprocesados. Además, es necesario elaborar un plan personalizado de actividad física para el paciente.

Victor Rubio