En la época del faraón Akenatón, que impuso el culto al dios Atón simbolizado por un disco solar, el arte dejó de representar a las múltiples deidades que acostumbraba, de ahí que las imágenes se concentraran en la representación del faraón, la reina y su familia. La obra que más ha llamado la atención es un busto de Nefertiti hallado hacia 1912 por un arqueólogo alemán llamado Ludwig Borchardt, en el taller del maestro Tutmosis en la ciudad egipcia de Tell el-Amarna.
“Esta pieza nos resalta muchísimo la belleza, la estilización de este rostro y sobre todo su estado de conservación, vemos que mantiene por completo su policromía, solamente nos llama la atención la ausencia de su ojo izquierdo”, mencionó la maestra Nuria Galland Camacho, Coordinadora de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.
El busto data de 1340 a.C., tiene un núcleo de piedra caliza recubierta de una capa muy gruesa de estuco policromado, y se encuentra actualmente en el Neues Museum de Berlín, donde puede ser admirado, recordó la especialista durante el Curso-Taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Asimismo, explicó que estaba estipulado que una parte equitativa de aquello que era descubierto en las excavaciones de Tell el-Amarna, costeadas por Alemania, permaneciera en Egipto y la otra parte se llevara al país germano. Este hecho provocó conflictos entre ambas naciones después de que los alemanes se apropiaron del busto de Nefertiti mediante engaños al no revelar a los egipcios la importancia que significaba este hallazgo.
Una vez que el busto llegó a Alemania tardó hasta 12 años en ser exhibido, bajo el argumento de necesitar trabajos de restauración; finalmente, en 1924 fue expuesto en contra de la voluntad de Borchardt, el arqueólogo que lo había encontrado.
No obstante, un arqueólogo suizo llamado Henri Stierlin llegó a la conclusión de que la pieza exhibida se trataba de una falsificación, argumento que basó en algunos rasgos que llamaron su atención, entre ellos la falta del ojo izquierdo, que significaba una ofensa hacia la imagen de la reina y a la ideología del arte egipcio, además de la ausencia de hombros, lo cual es una característica que pertenece más al arte alemán que a las esculturas provenientes de Egipto. Stierlin menciona que Borchardt habría encargado a un estudiante de artes realizar un prototipo de la escultura basándose en el arte egipcio y utilizando los mismos materiales y herramientas que habían sido encontrados en el taller del maestro Tutmosis.
Actualmente no hay datos contundentes de que la escultura sea legítima o sea una réplica, mientras tanto, Egipto mantiene su postura de querer recuperarla. “Las dudas son constantes, el halo mítico que envuelve a esta magnífica escultura permanece y, hoy en día, hace más rica la experiencia que hay en torno a ella”, concluyó la experta.
Ricardo Ambrosio