Jean Honoré Fragonard fue conocido como uno de los grandes expositores del Rococó, destacó principalmente durante el antiguo régimen francés, estuvo bajo la tutela de Jean Simeón Chardin y François Boucher, de quienes adquirió su estilo. Tras la Revolución Francesa fue perseguido junto a otros artistas relacionados con las cabezas del poder.
Durante su época fueron favorecidas las escenas bajo ambientes idealistas, alejadas de una visión heroica, moral o ética. “Gran parte de su legado está orientado a una visión galante del amor, del romance y la sensualidad, que se manifiesta en la forma en que representa el entorno y la vegetación que envuelve a los personajes hasta casi minimizarlos”, explicó la maestra Nuria Galland Camacho, Coordinadora de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.
En El beso robado capturó la esencia de una pareja que se demuestra amor, probablemente de forma clandestina, en un entorno suntuoso donde destacan el lujo y la ornamentación que los rodea, se aprecia un tapete chino costoso, muebles finos y telas elegantes y pesadas que adornan los muros del lugar haciendo énfasis en el placer y la comodidad.
Sin embargo, “no todo es jugueteo y ternura, también plasmó situaciones que reflejaban violencia”, resaltó la experta refiriéndose a El cerrojo, donde se dibuja a un hombre en una habitación haciendo uso de la fuerza para someter a su enamorada mientras aprieta el cerrojo de la puerta, evitando que la mujer huya; figura una manzana sobre un taburete como símbolo de pecado y objetos regados en el suelo mostrando una lucha y forcejeo.
Fragonard viajó al norte de Europa donde se retrataban vivencias cotidianas, también pudo influenciarse de la pintura italiana como la de Caravaggio. Un signo distintivo de sus obras es el patrón de craquelado circular que aparecía porque en su taller los lienzos no se tensaban mucho, esto ha sido útil para verificar la autenticidad de sus creaciones.
En el Curso-Taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, la maestra Galland Camacho señaló que este artista elaboró una serie de cuatro pinturas llamadas Las etapas del amor, mandadas a hacer por órdenes de Madame du Barry, amante de Luis XV, para adornar el interior de un salón de recepciones; posteriormente du Barry rechazó las pinturas por el cambio paulatino de tendencias en Francia, prefiriendo contratar a un artista apegado al estilo neoclásico que resaltara los valores morales y las características tradicionales del Renacimiento.
“Quizá el Rococó ha sido un periodo ampliamente criticado porque había muchos aspectos que criticar de esta época, pero posiblemente en nuestra vida diaria hemos estado más expuestos a situaciones de complicidad, gozo y coquetería, más que a hazañas heroicas o bélicas”, concluyó la experta.
Ricardo Ambrosio