La violencia sexual es cualquier tipo de contacto sexual no deseado. Ocurre cuando alguien fuerza o manipula a otra persona a realizar una actividad sexual sin su consentimiento y puede incluir palabras y acciones contra la voluntad de alguien.

La doctora Claudia Díaz Olavarrieta, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, ha estudiado este tema por años y resaltó la importancia de “medir e implementar proyectos en el campo de la violencia basada en género (VBG), porque el acoso sexual no sólo tiene un efecto inmediato, sino a un plazo intermedio y largo. Las y los estudiantes que han sido víctimas de acoso tienen repercusiones en su rendimiento académico, en sus relaciones interpersonales, sociales y en su salud mental”.

“Lo que estamos viendo con preocupación es la alta tolerancia que los alumnos tienen a los temas del acoso en las redes sociales y, sobre todo, a la normalización de estas conductas de violencia durante el noviazgo. No sabemos si es que está tan normalizada la ciberagresión o es que los alumnos tienen tolerancia a ser agredidos, que cuando uno les pregunta si hay algún efecto en su salud mental, ellos dicen que no; o si simplemente es un problema metodológico de tasa de no respuesta”, indicó la especialista durante el Seminario de Salud Mental y Psiquiatría, coordinado por la doctora Ingrid Vargas Huicochea.

Por otro lado, ejemplificó cómo algunas instituciones de educación no cuentan con protocolos adecuados frente a las conductas de violencia y acoso sexual, como en el caso de Emma Sulkowicz, la estudiante de la la Universidad de Columbia en los Estados Unidos, quien fue violada durante su segundo año de carrera y que, ante el poco apoyo de la universidad, decidió cargar el colchón donde sucedió el acto hasta que expulsaran a su agresor (cosa que nunca ocurrió).

La doctora Díaz Olavarrienta consideró que las instituciones de educación superior se han convertido en lugares inseguros, donde la discriminación y la victimización por preferencias sexuales parecen ser una práctica recurrente. “Es interesante porque han sido universidades donde la ciencia y el conocimiento son la prioridad, estas cosas suceden, aunque uno piense que ‘donde hay ciencia, no existe acoso’”, dijo.

Informó que, en colaboración con la Facultad de Psicología y la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental inició un estudio en línea para medir los efectos de la ciberagresión en la salud mental de los estudiantes. Entre los temas que se abordan en esta investigación se encuentran el estrés asociado al confinamiento y cómo este se manifiesta en las conductas de sexting y bullying.

La encuesta estará disponible con un código QR para facilitar su respuesta, así como en un formato para WhatsApp. Los resultados serán la base para diseñar la primera Iniciativa de “Cero Complicidad Pasividad: la UNAM, un espacio libre de violencia de género y acoso sexual”. Dos estudiantes del Programa AFINES (María Alonso e Itzel Martínez) han estado colaborando de manera muy activa en esta propuesta y se siguen sumando más interesad@s. Para mayores informes: dra_claudiadiazolavarrieta@facmed.unam.mx.

Eric Ramírez