La aleatoriedad y la organización recuerdan que existen diferencias sobre la forma en que la complejidad se conceptualiza en distintas áreas. No se habla igual de la complejidad cuando se está en el área de la Física, la Biología, las Ciencias Sociales o la Medicina, sin embargo, estas disciplinas comparten la necesidad de relacionar la complejidad con la predictibilidad y con los fenómenos emergentes.

La complejidad puede medirse por la cantidad de información o por la proporción de orden y desorden. En el caso de la cantidad de información hay dos subtipos: la profundidad lógica y la profundidad termodinámica.

La profundidad lógica se basa en las características computacionales de un algoritmo (series de pasos para llegar a un objetivo específico), utiliza la longitud de pasos más corta posible y, por ello, toma en cuenta cierto grado de eficiencia: “Esto es importante en el área de la Biología y la Medicina, las estructuras son como son porque tienden a acercarse a un grado máximo de eficiencia, esto se traduce en longitudes más cortas para transmitir información, la corteza cerebral y la retina son ejemplos de ello”, explicó el doctor Alexandre S.F. de Pomposo García-Cohen, Jefe del Departamento de Investigación de la Secretaría de Enseñanza Clínica, Internado y Servicio Social de la Facultad de Medicina de la UNAM.

A su vez, la profundidad termodinámica se basa en la dependencia que tiene un sistema respecto a su historia y su ensamblaje para ser como es y, en este sentido, se podría decir que un ser humano es más complejo que una hormiga, pues tuvo un proceso más largo evolutivamente para adquirir su conformación.

En la cuarta sesión del Ciclo de Charlas SACO, transmitida por Facebook Live, el doctor De Pomposo explicó que la clave de la medición de la complejidad radica en la información y en la entropía; ambas pueden estudiarse matemáticamente y existe una relación entre ellas, un ejemplo de esto es la ecuación de Boltzmann, que describe el comportamiento de los sistemas que no están en equilibrio. De igual modo, la entropía puede medirse en procesos complejos como el estado de conciencia y el número de conexiones neuronales.

Por otra parte, el experto explicó que dos medidas de la complejidad como organización son la complejidad efectiva y la complejidad física; la primera distingue propiedades regulares y aleatorias de un sistema y la segunda considera las características del medio en el que funciona un organismo, un ejemplo son la genética y la epigenética. La complejidad también puede medirse estadísticamente, esto se conoce como complejidad correspondiente y es un principio que se aplica en farmacocinética y farmacodinamia.

“Hay mucho por investigar en el terreno de la medición de la complejidad porque, en la medida en que comprendamos mejor qué es la complejidad y cómo evolucionan los sistemas complejos, podremos medirla y comparar unos sistemas con otros para beneficio de ambos”, concluyó el especialista.

Ricardo Ambrosio