Desde hace unas décadas el poder político y económico se ha concentrado en las manos de unas cuantas personas; este hecho, junto con la pandemia, acentuó las condiciones de inequidad social y la falta de oportunidades entre la población global.

Las medidas restrictivas para evitar contagios, que inicialmente fueron aceptadas, posteriormente fueron cuestionadas y la pandemia fue vista desde diferentes perspectivas como una censura histórica, un acelerador de tendencias o un estímulo para replantear dilemas como libertad versus seguridad o economía versus salud.

“En el caso de los dilemas éticos no hay una única respuesta, no hay un manual donde se tenga la respuesta precisa para cada problema que enfrentamos y así poder convertirla en una verdad, por esto permiten la discusión y la argumentación”, explicó el doctor Carlos Enrique Yepes Delgado, Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, Colombia.

En la conferencia «Ética, investigación y pandemia», transmitida por Facebook Live y moderada por la doctora Marcela Agudelo Botero, Investigadora del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM, el doctor Yepes Delgado explicó que, ante las ideologías predominantes y toda la información disponible, siempre es necesario pensar de forma reflexiva, no creerse como dueño absoluto de la verdad, basarse en evidencias y desarrollar una actitud científica y crítica sin olvidar que lo más importante es el paciente.

Destacó que el mejor método que se tiene para obtener información confiable es el método científico, pues pone a prueba las hipótesis. En el caso de la práctica médica los ensayos clínicos permiten evidenciar la eficacia y la seguridad de las intervenciones terapéuticas o preventivas para tratar enfermedades como la COVID-19; al usar métodos o fármacos no aprobados, se puede causar daño en vez de un beneficio al paciente.

Elementos como la importancia científica, clínica o social de la investigación, la rigurosidad metodológica, la distribución equitativa de cargas y beneficios en los sujetos, el establecimiento de los riesgos y beneficios y el consentimiento informado hacen que una investigación sea ética, sin embargo, en muchos casos estas medidas no se cumplen por completo debido a intereses como los que se presentan en la industria farmacéutica.

A pesar de que los beneficios y la seguridad de las vacunas contra la COVID-19 son claros, se presentaron situaciones como una distribución condicionada por parte de las farmacéuticas, estudios clínicos de fase III que duraron menos tiempo del establecido por la FDA y una distribución desigual, pues algunos países planean aplicar terceras dosis mientras que muchas personas en el mundo no han tenido acceso a una sola.

“Esta pandemia nos abrumó a todos por los números de afectaciones y muertes, pero hay muchas pandemias que vivimos diariamente e invisibilizamos, como la pobreza, el bajo nivel educativo y la desigualdad; debemos tenerlo claro para asumir un papel responsable, social, política y profesionalmente”, concluyó el especialista.

Ricardo Ambrosio