El mito fundacional de la ciencia clásica es el de la convicción de que el futuro está determinado por el presente, siendo ésta sólo una posibilidad teórica. En el caso concreto del funcionamiento cardiaco este principio se cumple, pero también intervienen distintas variables y situaciones médicas o hechos no contemplados que pueden modificar la fisiología cardiaca.
Para que un sistema sea complejo debe cumplir dos características: tener partes jerárquicamente relacionadas entre sí, que jugarán un papel central en el comportamiento de los sistemas; y presentar fenómenos emergentes que no se pueden describir recurriendo solamente a las propiedades de las partes aisladas. Los latidos cardiacos son un ejemplo de fenómeno emergente en el que participan millones de células.
El sistema cardiovascular, al igual que otros aparatos y sistemas del cuerpo, cumple estos principios: su estructura resulta compleja por sí sola, pues manifiesta no sólo sus propias funciones, sino sus relaciones con todo el organismo. El conjunto de correlaciones determina la estructura, a su vez, la función está determinada por la disipación de la energía entre el sistema y su entorno, este principio obedece a la lógica de la segunda ley de la termodinámica.
“La relación biunívoca entre la estructura y la función vuelve explícitas todas las condiciones que intervienen en la viabilidad del corazón. Ante el estudio de esta estructura tan compleja nos preguntamos cómo puede ser viable y que funcione de manera coherente; hoy ya no es raro llegar a los 80 años, estamos hablando de muchos latidos, la complejidad es el peaje que pagamos por esa viabilidad”, explicó el doctor Alexandre S.F. de Pomposo García-Cohen, Jefe del Departamento de Investigación de la Secretaría de Enseñanza Clínica, Internado y Servicio Social de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El especialista explicó que en el funcionamiento cardiaco intervienen múltiples variables como la disipación de energía a través de procesos exergónicos, la auto-catálisis gracias a una retroalimentación positiva, la homeostasis como una capacidad de ejercer control por retroalimentación negativa sobre las variables físicas internas y el almacenamiento y procesamiento de información que determinan la contractilidad del miocardio.
En la quinta sesión del Ciclo de Charlas SACO (Sistemas Abiertos y Complejidad), transmitida por Facebook Live, el doctor de Pomposo explicó que la medición numérica permite tener una apreciación de los fenómenos; en este caso, por ejemplo, el trazo electrocardiográfico da una medida numérica del comportamiento eléctrico del corazón e información pronóstica de diversas patologías. Señaló que el estudio de los sistemas complejos ha mostrado beneficios en la Cardiología, pues permite una comprensión más profunda de las etiologías, así como la integración de diferentes niveles de la realidad en los horizontes epistemológicos y terapéuticos de las cardiopatías.
“El recurso a la complejidad ha venido mostrando sus beneficios en la Medicina pronóstica, y terminará por formar parte de los aspectos torales en la Medicina individualizada del futuro”, concluyó el especialista.
Ricardo Ambrosio