Con gran ilusión y hambre de conocimiento, las y los jóvenes de la Generación 1928 ingresaron a la Escuela Nacional de Medicina de la Universidad Nacional de México sin saber que formarían parte de un acontecimiento histórico que perduraría hasta nuestros días: la consecución de la tan anhelada autonomía universitaria, que este 26 de julio cumplió 93 años. Es importante advertir que la Escuela Nacional de Medicina junto con la Escuela Nacional de Jurisprudencia conformaron un nuevo paradigma para nuestra gran Universidad.

La generación estuvo conformada por aproximadamente 70 estudiantes, 67 hombres y tres mujeres, situación de género inusual para la época, pero significó un avance muy importante para las mujeres con vocación médica en el país.

Nacidos entre 1904 y 1910, la mayoría de los estudiantes de esta generación migraron de sus lugares de nacimiento, mayoritariamente de los estados del norte del país, San Luis Potosí y Tabasco, así como de Cuba.

Esta migración supuso una vida complicada para los estudiantes, como el caso del doctor José Medina Mora, potosino que vivió y trabajó en el Palacio Negro de Lecumberri mientras estudiaba y practicaba lucha grecorromana, disciplina idónea para su alta estatura y gran masa muscular.

Alumnas y alumnos brillantes, con gran don para la Medicina, fueron pupilos de grandes personalidades como el doctor Fernando Ocaranza Carmona, el doctor Abraham Ayala González, el doctor José Palacios Macedo y el doctor José León Martínez.

En las vísperas del movimiento universitario de 1929, fue esta generación la encargada de participar en un enfrentamiento con los cuerpos policíacos a las afueras del Palacio de República de Brasil 33, sede de la entonces Escuela Nacional de Medicina, porque para ellos la “Universidad de México” debía permanecer intocada.

Los caminos de la vida llevaron a estos hombres y mujeres al ejercicio de su profesión en diferentes ámbitos, varios regresaron a sus lugares de origen para abrir dispensarios y sanatorios, para establecer los antecedentes de instituciones como la Cruz Roja, otros se avecindaron en el Distrito Federal, se convirtieron en académicos y funcionarios universitarios, incursionaron en el periodismo, incluso hubo compañeros que se sumaron a las filas de funcionarios públicos y del servicio exterior mexicano.

Hoy, esta generación se ha esfumado, pero mientras vivamos recordándolos, su esencia e importancia para la Universidad Nacional Autónoma de México perdurarán por siempre.

*Texto elaborado por Axel Uriel Medina Gómez, bisnieto del doctor José Medina Mora.

**Las anécdotas sobre el movimiento universitario y del doctor
José Medina Mora fueron proporcionadas por la QFB Martha Medina Jiménez(†), Académica e Investigadora de la Facultad de Medici-
na de la UNAM e hija del doctor José Medina Mora.

***Fuente: Libro Biográfico de la Generación 1928-1933 de la Escuela Nacional de Medicina.