Esta obra de los doctores Salvador Arellano y Eduardo Farías invita a sus lectores a cuestionar las normatividades morales tradicionales y explorar una ética basada en la responsabilidad individual y colectiva, además los reta a pensar más allá de las enseñanzas dogmáticas, enfocándolos en las implicaciones éticas de sus acciones y decisiones en un mundo complejo; por otro lado, plantea una bioética que no se limita a meras prescripciones morales, sino que es una guía para el discernimiento ético, que respeta y protege todas las creencias y busca soluciones enriquecedoras.
El doctor Patricio Santillán Doherty, Comisionado Nacional de Bioética, mencionó que “este trabajo representa un avance importante en la bioética contemporánea, al cuestionar las limitaciones de la biomoral y abogar por una ética más amplia y reflexiva, por lo que agradezco a la Comisión Nacional de Bioética, a los autores, y a todos los involucrados en la creación de este libro por brindarnos una valiosa obra que amplía nuestros horizontes éticos y nos invita a cuestionar y a dialogar, convirtiéndola en una herramienta fundamental para los comités de bioética, ya que proporciona una base sólida para abordar casos con un enfoque reflexivo, crítico y respetuoso”.
Fotografía: Brisceida López
Por su parte, el doctor Salvador Arellano comentó que “llegamos a la conclusión de que la bioética es un diálogo creativo, interdisciplinario y transdisciplinario entre las ciencias de la vida, la vida humana, la vida en el planeta en general y los valores humanos, por lo que es crucial entender que cuando surge un conflicto entre cualquier ciencia que afecta la vida en general y nuestros valores humanos, es esencial buscar una solución que aborde estos aspectos de manera equilibrada”.
El doctor Eduardo Farías indicó que “este trabajo surge de un diálogo creativo inter y transdisciplinar entre las ciencias de la vida y los valores humanos, donde se busca discernir y deliberar de manera crítica y argumentativa, siempre respetando la laicidad y la pluralidad de visiones, y nos invita a ser conscientes de nuestras elecciones éticas, a comprender que lo bueno y lo malo no son absoluto, y que el contexto y el diálogo pueden enriquecer nuestra comprensión de la vida, la moral y la bioética”.
Por Vicky Enrimar