HISTORIAS DE ÉXITO #MUJERESFACMED
Mi nombre es Violeta Gisselle López Huerta, soy doctora en Neurociencias y apasionada de la investigación. Si tuviera que escribir un libro sobre mi historia de vida lo titularía “Andares de una mente curiosa” y la trama principal sería que los sueños se pueden cumplir con pasión y trabajo duro, sin importar de dónde vengas. Así fue como logré convertirme en científica, atravesando obstáculos con convicción y siguiendo el camino hacia el rompecabezas que implica el estudio del órgano más complejo del universo, el cerebro.
Mi fascinación por los seres vivos y su funcionamiento ha estado presente desde que era pequeña; recuerdo que me impresionaba su complejidad, por esa razón decidí estudiar Biología como formación inicial. Las materias que más disfruté durante la licenciatura fueron las relacionadas con Fisiología y Neurociencias. En ese periodo tuve la oportunidad de realizar una estancia de investigación en el Instituto de Neurobiología en Querétaro, donde me acerqué de forma más tangible a la investigación y a la vida en el laboratorio.
Considero que la visión que proporcionamos las mujeres en cualquier área es muy valiosa y enriquece el panorama, de ahí la importancia de promover la equidad en todos los campos. Me gustaría que más mujeres puedan compartir su forma de comprender al cerebro sin tener que esforzarse más que sus pares hombres para poder tener oportunidades similares; por ello, me sumo al esfuerzo de las que estamos aquí para impulsar a las que vienen.
En la búsqueda por formalizar mi entendimiento del tema, realicé mi tesis en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM (IFC). Posteriormente, continué con mi doctorado en Neurociencias, orientado a la Electrofisiología (rama en la que me especializo), con el que me dediqué a estudiar regiones del cerebro asociadas a movimientos voluntarios. En el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de Harvard aprendí de la gran motivación que es ayudar al paciente a mejorar su calidad de vida y pude ver el deseo legítimo de quienes hacen ciencia por ir más allá de la satisfacción de su curiosidad.
Lo que me encanta de esta disciplina es la posibilidad que ofrece para conocer algo nuevo cada día, por el gran reto que supone conocer al cerebro. Cada vez que estamos frente al experimento descubrimos algo que nadie más sabe y podemos tener esa parte de conocimiento sólo para nosotros, por cierto tiempo, hasta que lo damos a conocer al mundo. Es increíble pensar en que el objeto de estudio crea conocimiento sobre sí mismo y, al mismo tiempo, echa mano de muchas otras áreas para abarcar desde la parte molecular hasta la conductual.
Mi línea de investigación se enfoca en el desarrollo temprano, una etapa crítica que me parece sumamente interesante, pues su plasticidad permite hacer pequeños cambios que pueden llegar a tener repercusiones cruciales. En el Laboratorio de Circuitos Neuronales en Desarrollo, que dirijo en el IFC, nos dedicamos a analizar el refinamiento y establecimiento de circuitos neuronales en dichos estadios, así como a evaluar su relación con trastornos del neurodesarrollo.
Actualmente, trabajo con mi equipo en un proyecto sobre la observación de los cambios en la percepción táctil en el autismo. Hasta ahora, nuestro principal hallazgo ha sido la hiposensibilidad en modelos de este padecimiento, es decir, notamos que en etapas tempranas hay una menor sensibilidad hacia los estímulos, ya que los impulsos eléctricos se encuentran a la baja en el tálamo. De ésta y muchas otras formas buscamos contribuir a identificar las zonas del cerebro afectadas y al desarrollo de tratamientos.
En lo personal, hoy en día, intento encontrar un balance mediante el orden, la disciplina y claridad en los objetivos, en respuesta a la idea de tener que dejar la vida privada a un lado para concentrarse en las metas profesionales.
Sin duda, la experiencia y el recorrido a lo largo de los años -tanto en mi país como en el extranjero- me han dado una amplia perspectiva y me motivan a seguir aportando en favor de la ciencia. Tener la fortuna de que otros y otras especialistas como la doctora Elvira Galarraga Palacio (quien fue mi tutora de doctorado y modelo a seguir), depositen su confianza en mí para desarrollar proyectos ha sido muy gratificante. Aprenderles me abrió las puertas para llegar hasta aquí.