De acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, en 2022 se registraron 4,909 muertes por cáncer cervicouterino (CaCu) en México. Se estima que los números incrementen cada año, por esta razón, en el marco del Mes de la Sensibilización sobre Cáncer de Cuello Uterino, la doctora Tatiana Galicia Carmona dio una plática para promover su prevención y diagnóstico oportuno. Los casos de incidencia y de mortalidad, así como la presencia del cáncer en países de bajos recursos fueron parte del panorama general aportado en la sesión del Seminario Permanente de Género en Salud, organizada por el Programa de Estudios de Género en Salud del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM y transmitida por FacebookLive, donde la doctora Galicia Carmona, integrante del Programa de Cáncer Cervicouterino “MICAELA”, advirtió que para 2045 en regiones como Asia se prevé un aumento de 36.9 por ciento de los casos, pese a tener acceso a métodos de prevención como las vacunas o el screening.

En México, y de acuerdo con la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, el CaCu es la segunda neoplasia maligna que más se presenta en mujeres. Los tratamientos para pacientes con esta enfermedad varían dependiendo de la etapa, como procedimientos quirúrgicos si se detecta a tiempo, pero si se encuentra localmente avanzado, recurrente o en metástasis, se usan técnicas como la quimioterapia, radioterapia o terapias blancas, cuyo éxito dependerá de qué tan temprano se haya detectado la enfermedad, variando desde un 90 hasta un 15-20 por ciento de éxito si entra en procesos más avanzados. Sumado a estos índices, también se dieron a conocer los efectos secundarios que pueden ocasionar los tratamientos, tales como mareos, náuseas y vómitos, dolores o incluso sangrados vaginales, síntomas de menopausia, infertilidad, entre otras molestias sumadas a la carga de la enfermedad.

Otra de las problemáticas es el bienestar psicológico de la paciente: “No sólo impacta a nivel personal, sino también familiar, ya que las relaciones pueden deteriorarse, incluso desde el diagnóstico, ya que las pacientes se sienten rechazadas o sucias, esto hablando desde el estereotipo de ser una ‘mujer buena’, pues consideran que no pueden ‘servir’ como mujer”, comentó la ponente.

Asimismo, el vínculo con la pareja de la paciente puede cambiar, ya que algunos de los tratamientos o síntomas llegan a causar que se inhiba el deseo y goce sexual, resequedad o insensibilidad vaginal, resultando en sangrados después del coito, estrechez o acortamiento, por lo que la pareja trata de evitar las relaciones sexuales. También, existen casos donde las parejas celan a las pacientes, creando un obstáculo para hacer pruebas y prevenir el cáncer, sumando de igual manera determinantes sociales como el abandono de la mujer.

Finalmente, se respondieron dudas y preguntas de los asistentes, donde la doctora Yuriria Alejandra Rodríguez Martínez, Coordinadora del Seminario, agradeció por el interés y la participación.

Alfredo Ortiz