El trastorno afectivo bipolar es una enfermedad psiquiátrica caracterizada por cambios anímicos prolongados. Se desencadena por el efecto de varios poligenes alterados, en ocasiones, por factores externos.

Yolanda Pica Ruiz, médico psiquiatra del Hospital Ángeles Pedregal, experta en dicho trastorno, destacó la importancia de revisar que no existan antecedentes familiares de suicidio, alcoholismo y drogadicción, que promuevan su aparición.

En la tercera sesión de preguntas y respuestas del ciclo “Todo lo que siempre quisiste saber y no te atrevías a preguntar”, organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, la experta señaló que “el gen del trastorno afectivo bipolar puede permanecer latente en el ADN al desarrollar hábitos saludables, o bien, ser resiliente”. No obstante, suele actuar si se sufre de maltrato en la infancia, cuadros de depresión durante la adolescencia y en etapas de duelo.

“De acuerdo con datos del Congreso de la Sociedad Internacional de Trastorno Bipolar, hay niños de 12 años con el padecimiento, cuando los síntomas se presentan entre los 18 y 20 años, comúnmente”, manifestó.

Los dos tipos de trastorno bipolar más comunes son: Tipo 1, con episodios de manía que desatan una exaltación de afecto, ausencia de sueño durante días, incremento de energía y deseo sexual; dichas crisis duran dos semanas, aproximadamente. Tipo 2, con episodios de hipomanía, reflejados en alteraciones anímicas menores y con una duración aproximada de cuatro días.

En México, cerca de 3 millones de personas lo padecen; 70 por ciento no recibe tratamiento, a causa de un diagnóstico tardío y estigmas sociales.

“No se trata de echarle ganas, pues entre las afectaciones están las alteraciones en el juicio, los problemas de memoria y de concentración. Hay pacientes que tardan hasta 10 años en ser diagnosticados a partir de su historial clínico, lo que incrementa el riesgo de padecer diabetes, hiperlipidemias y problemas de la tiroides”, explicó en el auditorio “Doctor Ramón de la Fuente”, al responder las dudas de los asistentes.

Adicional a los estabilizadores y los antipsicóticos atípicos, la doctora Pica Ruiz recomendó la psicoeducación y la terapia de ritmo social como tratamiento, pues “se concientiza al enfermo y familiares sobre el padecimiento y se promueve el trabajo en equipo mediante una bitácora que registre las actividades del paciente, así como sus periodos de crisis”.

Valeria Cuatecatl