Una mujer enferma visita constantemente las instalaciones de los servicios de salud, regularmente como acompañante del esposo, el hijo, el hermano, la mamá o el papá, puede ir una o más veces al mes; al paso del tiempo deja de asistir, pero no porque se haya curado ella o su familiar, sino porque nunca supo que estaba enferma y al no tratarse fallece. Con esta historia se abre la ponencia Una experiencia del trabajo con mujeres migrantes y mujeres que viven con VIH, en el marco del Seminario Permanente de Género y Salud de la Facultad de Medicina.

La maestra Diana García Ordoñez, integrante de la organización Salud Integral para la Mujer, AC (SIPAM), explicó que hoy en día el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es una condición con la que las personas pueden tener una buena calidad de vida siempre y cuando sean tratadas y sigan las recomendaciones e indicaciones. Sin embargo, para una mujer infectada resulta ser una condición más complicada; desde una perspectiva de género es necesaria una mejor comprensión de las necesidades de prevención y atención.

La psicóloga García Ordoñez comentó que SIPAM se enfoca en el derecho a la salud y su relación con los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a la información y a una vida libre de violencia y discriminación. “Trabajamos con varias estrategias como acciones de monitoreo e incidencia en políticas públicas, capacitación directa a personas jóvenes, mujeres, servidores públicos y organizaciones de la sociedad civil, investigación, promoción y difusión”.

En este sentido, la organización ha trabajado en ayudar a mujeres migrantes y no migrantes que por diversas cuestiones han contraído el virus. Algunas fueron violadas, otras no sabían que sus parejas lo tenían y hay algunas que nacieron con la condición de VIH. La mayoría son personas que nunca tuvieron una educación sexual adecuada.

“Desde la experiencia de trabajar en SIPAM, ubicamos que las diferencias biológicas no son suficientes para explicar las desigualdades de salud entre hombre y mujeres; identificamos que si sólo miramos las cuestiones orgánicas y corporales, sin mirar los aspectos simbólicos, sociales, culturales y de transformación, no podemos explicar una serie de fenómenos que vemos con la población con la que estamos trabajando. Reconocimos que hay expectativas sociales que afectan la salud de hombres y mujeres”, enfatizó la psicóloga.

El modelo de atención para mujeres con VIH de SIPAM consiste en grupos de reflexión y de apoyo para el empoderamiento de la mujer, haciendo que cada una de ellas se sienta libre y segura de sí misma y de su cuerpo. “Actualmente estamos trabajando en conjunto con la Clínica Especializada «Doctor Jaime Sepúlveda Amor», la cual tiene sede en la Condesa y en Iztapalapa. “Ahí vamos el equipo de SIPAM y realizamos el apoyo, para que las mujeres puedan aprovechar el tiempo cuando van por su tratamiento y se quedan en el grupo de reflexión”, comentó la especialista.

En la conferencia se reflexionó que la violencia contra la mujer es ya reconocida como una violación de los derechos humanos, y se ha convertido en una cuestión de salud pública.

Samantha Cedeño