El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (tratado sobre las hierbas medicinales indígenas), mejor conocido como el Códice De la Cruz-Badiano, es un manuscrito de 1552 que congrega gran parte del conocimiento médico empírico obtenido por el pueblo mexica.
El pasado viernes, en el auditorio “Doctor Alberto Guevara Rojas” de la Facultad de Medicina, se presentó la reedición que hizo la Asociación Farmacéutica Mexicana, AC al facsímil publicado por el Instituto Mexicano del Seguro Social en 1964, y que incluye tres textos adicionales a los ocho capítulos de expertos de la primera edición.
Uno de ellos fue el ensayo de la doctora Carmen Giral Barnés, expresidenta de dicha Asociación y académica de la Facultad de Química de la UNAM, en donde destaca la importancia farmacéutica e histórica de este documento.

Nos encontramos ante la primera farmacopea de América, y desde luego, ante el primer tratado de farmacognosia del continente americano basado en conocimientos autóctonos

El manuscrito es autoría del médico mexica Martín de la Cruz, el cual utiliza vocablos nahuas para denominar a las plantas. En 185 láminas se muestran 227 ejemplares ilustrados por un tlacuilo, o escribano, así como las preparaciones y modos de uso, traducidos al latín por Juan Badiano, nahua de Xochimilco que se desempeñó como profesor del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco.
Se deduce que el Libellus fue hecho como un regalo para el Rey Carlos V de España, sin embargo, permaneció en el anonimato hasta 1929, cuando el historiador norteamericano Charles Upson Clark lo encontró en la Biblioteca Apostólica Vaticana. En 1990, el documento regresó a México, y ahora se encuentra bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH.
En el prólogo, el doctor José Narro Robles, secretario de Salud, define al Libellus como “una de las fuentes más importantes para el estudio de la práctica médica y farmacéutica de los antiguos mexicanos. Es un tratado sobre las plantas curativas usadas para preservar la salud, las cuales hoy en día siguen siendo importantes en la medicina popular mexicana. Es, sin duda, el primer libro de Medicina escrito en América por indígenas, en el cual se recoge la sabiduría del empirismo. Es, además, un tesoro artístico y cultural inapreciable para los mexicanos”.
En 2003, el legado médico indígena fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura como Patrimonio Intangible de la Humanidad y, en 2006, la Ley General de Salud reconoce la necesidad de promover el conocimiento de la medicina tradicional y de desarrollarlo en condiciones adecuadas.

Los titicih en el mundo prehispánico
Entre los personajes que desempeñaban papeles importantes en la sociedad mexica estaban los titicih (plural de tícitl, que significa médico), quienes, a partir de sus conocimientos de herbolaria y elementos mágico-religiosos de su cosmovisión, practicaban “el arte de curar”.
La doctora Giral Barnés refiere en su ensayo que “el tícitl tenía la habilidad de persuadir al paciente para que reflexionara sobre su padecimiento; así el enfermo debía pedir sanación al médico y a la divinidad, quien jugaba un papel primordial en otorgar la curación”.

Mariana Montiel